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El primer crítico eres tú: cómo editar tu propio trabajo

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A hand holding a pruning shears and clipping a green shrub.
Efired/Shutterstock

 

Editarse a sí mismo es un esfuerzo desinteresado. Cortas, reemplazas, reacomodas y vuelves a leer una y otra vez, todo para el beneficio del lector. “El periodismo es cuestión de sentir empatía con el público”, señala Dan Fagin, director del Science, Health and Environmental Reporting Program de la New York Univeristy y autor de Toms River: A Story of Science and Salvation, obra ganadora del premio Pulitzer. Para lograr esa conexión con el público, explica Fagin, hay que revisar teniendo en mente a los lectores, preguntándose siempre: “¿Qué necesitan, qué quieren, van a entender?”

Conforme se reduce el presupuesto de los medios periodísticos tradicionales y los editores tienen que desempeñar muchas tareas, a los escritores se les pide que asuman un papel más grande al darle forma a sus propias historias. Ya sea que se tenga al mejor editor del mundo o que no se tenga a ninguno, es necesario editarse a sí mismo para lograr la mejor historia posible.

 

Organízate

El primer paso para asegurar un texto limpio ocurre antes de escribir una sola palabra: convertir los montones de notas e investigaciones en una estructura clara.

Crear una estructura sólida no implica elaborar un esquema formal. Elizabeth Svoboda, periodista independiente y autora de What Makes a Hero? The Surprising Science of Selflessness, considera que un marco de trabajo escueto es suficiente para establecer una estructura clara de la historia. “Puedo poner por escrito unas cuantas frases que describan cada sección del artículo”, indica. “Por ejemplo, puedo escribir: ‘Introducción: Describir al científico vadear por el humedal para obtener muestras de agua; explicar lo que esas muestras nos enseñan sobre la mezcla de microbios que viven en el humedal’. Al ir escribiendo cada sección, quizá regrese al esquema una que otra vez para recordar los puntos principales que no pueden perderse, pero les agrego muchos detalles a esos puntos”.

La periodista de ciencia Apoorva Mandavilli (que trabaja de forma independiente para numerosas publicaciones, además de ser directora editorial de SFARI.org, el sitio informativo más destacado sobre investigaciones sobre autismo y una división editorialmente independiente de la Simons Foundation) empieza a organizar sus notas copiando trocitos de información y entrevistas con muchas fuentes en secciones separadas de un documento nuevo, organizadas por tema. Por ejemplo, cuando estaba trabajando en su reciente reportaje para Popular Science, “The AIDS Cure, la mayoría de sus fuentes tocó una serie similar de temas. Pegar porciones de cada entrevista en las diferentes secciones temáticas la ayudó a descubrir los puntos clave relacionados con cada tema (y después le facilitó anotar su artículo para la verificación de datos).

Virginia Hughes, periodista independiente de ciencia y autora del blog Only Human de National Geographic, adopta una estrategia similar, pero ella crea documentos separados en Scrivener, cada uno con una línea que resume una sección de la historia. Al ir escribiendo, revela, esas secciones “se van poniendo más sustanciosas” hasta que los documentos en su conjunto constituyen el borrador del artículo completo.

Fagin considera que la transición de una sección a la siguiente es esencial para la buena organización. Las transiciones deben ser perfectas para evitar que el lector pierda tracción o, peor aún, abandone la lectura. “Yo quiero que mi trabajo sea parecido a esas bandas transportadoras de los aeropuertos, en las que te subes y te mueves a un ritmo constante hacia adelante, lo que es una experiencia agradable”, afirma.

Desata a tu crítico interno — Cuando estás listo

Una vez que empiezas el borrador, es difícil distinguir el proceso de escribir del de editar. Brian Vastag, reportero de ciencia de The Washington Post, alienta a los escritores a escribir la historia completa antes de repasarla para editarla. Escribir un primer borrador no es como una interpretación musical en vivo, en la que el público escucha cada una de las notas equivocadas, explica. Así como un cantante que graba puede refinar una canción hasta que quede impecable, el escritor puede revisar y mejorar sus palabras en la segunda vuelta.

Fagin señala que él sigue una estrategia diferente, editándose conforme escribe. Él les advierte a sus estudiantes que no se paralicen por el texto imperfecto, y los alienta a reescribir las frases continuamente hasta que funcionen. “Si piensas que hay al menos una posibilidad de que suene mejor de otra forma, pruébala”, recomienda. “No hay nada más fácil que abandonarla y regresar a lo que tenías antes”.

Conforme avanza tu historia, guarda todas las partes que cortes, quizá en un documento por separado. Podrían regresar a la historia, o no, pues los editores tienen diferentes opiniones sobre lo que hay que hacer con ese material. (Mandavilli revela que cuando los escritores le envían esas partes adicionales, ella casi nunca las utiliza. “Si los escritores mismos cortan esas cosas, el 95 por ciento de las veces es porque no encajan”, comenta). Pero esas cosas adicionales pueden resultar útiles en conversaciones posteriores con el editor, posiblemente al hablar de tomar otros enfoques sobre el tema.

 

Toma un poco de distancia

Una vez que hayas forjado un primer borrador que funcione, tómate un tiempo para alejarte del texto por un día, una semana o incluso más tiempo, para poder regresar a él con una mirada fresca. Dejar reposar tu trabajo resalta cualquier problema y hace que sea más fácil cortarlo. “[Tomar un descanso] es muy valioso siempre que lo hago”, asegura Mark Schrope, escritor y editor independiente que se especializa en oceanografía.

La distancia también nos ayuda a darnos cuenta si nos hemos enamorado de nuestras propias frases. Tim Folger, editor colaborador de Discover y editor de la antología anual Best American Science and Nature Writing, recomienda editar la historia como si la hubiera escrito alguien más. Aunque puede ser difícil, imagínate que la lees sin ningún conocimiento previos y ve si surge alguna pregunta, coincide Mary Bates, que escribe el blog “Zoologic” en Wired.

 

Lee en voz alta

Una de las formas más rápidas y efectivas de ajustar el texto es leerlo en voz alta. Leerse la historia a sí mismo revela palabras faltantes, oraciones mal construidas y frases rígidas. Escuchar la historia también te da una idea del flujo general y de tu voz.

Para emular el ritmo de una publicación en particular, lee todos los ejemplares pasados que puedas. Es importante apegarse a su estilo porque cualquier traspié distrae la atención del editor.

 

Afínate con los detalles

Ahora es el momento de editar línea por línea. Erradica problemas comunes, como la voz pasiva, homófonos, errores de ortografía y palabras repetidas. Trata de reemplazar las palabras polisílabas con términos cortos y más fuertes. Mandavilli recomienda quitar una palabra de la frase a la vez, para ver si su ausencia tiene efecto en la oración. Esa regla nos recuerda un consejo del clásico manual de William Zinsser, On Writing Well: Cada palabra debe funcionar.

Lo mismo aplica para las citas. Usadas correctamente, las citas atrapan al lector y hacen que la historia cobre vida. Usa citas directas para trasmitir algo notable, emotivo, polémico o sabio. En la mayoría de las veces, dice Fagin, parafrasear es adecuado para dar información.

 

Mata a la jerga

Elimina cualquier palabra que pudiera confundir al lector. Mandavilli advierte que muchos periodistas de ciencia exageran el uso de jerga, pues les preocupa que se ponga en duda su intelecto o autoridad en la materia. “Pero la verdad es que nadie se ha quejado nunca de que algo sea demasiado fácil de entender”, agrega.

Por su parte, Fagin señala que los acrónimos son igualmente desalentadores para el lector. Es tentador usar acrónimos porque son cómodos para el escritor, dice, pero hay que recordar: no se trata de ti. A menos que un término se use repetidamente a lo largo de todo el artículo, él aconseja usar el título original o una versión abreviada antes que el acrónimo. En lugar de pedirles a los lectores que recuerden qué significa DHSEA, por ejemplo, podemos llamarla Dietary Supplemental Act.

Aunque parezca contradictorio, editarse a sí mismo no tiene que ser un trabajo solitario. Habla de su historia o envíales un borrador a un amigo o colega dispuestos. Cuando el artículo implica cuestiones controversiales, Svoboda dice que en ocasiones le pide a su esposo que lo lea, para asegurarse de que su argumento está expuesto con claridad. Puede que no estés de acuerdo con el lector externo sobre la forma de resolver un problema, pero no hay que hacer caso omiso, aconseja Fagin. En el artículo no debe persistir nada que sea confuso para el lector, agrega.

Adoptar estas prácticas para editarse a sí mismo refuerza el artículo final. Desde una reestructuración a fondo hasta eliminar una palabra innecesaria, toda edición útil impulsa la historia hacia adelante, asegura Fagin. Y nada es más importante que mantener el interés del lector hasta el final de tu historia. “En el periodismo, nunca jamás quieres que el lector se detenga”.

 

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Tiên Nguyễn Crédito: Tiên Nguyễn

Tiên Nguyễn es reportera interna de Chemical & Engineering News, donde cubre química orgánica, descubrimiento de fármacos y salud, entre otros temas. Después de obtener un doctorado en química orgánica, ella trabajó como escritora científica para la Universidad de Princeton y fue becaria en The Open Notebook en 2014. Como escritora independiente, sus numerosas historias han aparecido en medios como Vice News, New Scientist, y TED-Ed. Sigue a Tiên en Twitter @mustlovescience.

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