Cómo reportear controversias científicas

  Read in English

Illustration of a woman drawing a circuitous line on a page while figures to either side tug on the ends of the line, as if in a tug-of-war game.
Pedro Márquez-Zacarías

 

En 2012, el matemático Shinichi Mochizuki publicó una prueba potencial para la conjetura abc —un problema importante en teoría de números—, pero nadie en el mundo fue capaz de entenderla. Mochizuki desarrolló lo que llamó “teoría interuniversal de Teichmüller”, que dependía de un lenguaje y notación nuevos, desconocidos para sus colegas. Realmente parecían de otro universo. “Aún teniendo un doctorado en matemáticas, no había esperanza para mí de siquiera tratar de entender el trabajo”, dice Davide Castelvecchi, periodista de Nature, quien reporteó sobre la controversia en sus etapas tempranas. Además, Mochizuki no da entrevistas a la prensa —no lo hizo entonces, y nunca lo ha hecho—.

Los matemáticos estaban emocionados cuando por primera vez se enteraron de la prueba de Mochizuki. Pero pronto, el trabajo fuera de este mundo llevó al desconcierto y escepticismo. La confusión prevaleció aún después de que se organizaron conferencias enteras para clarificar el trabajo. Mochizuki no tomó bien el escepticismo, y al razonar sobre por qué sus colegas no estaban convencidos, escribió que ellos debían de “desactivar los patrones de pensamiento que tienen instalados en sus cerebros y que han dado por hecho por tantos años”. La situación alcanzó un estancamiento hostil que duró años. En 2018, cuando la periodista freelance Erica Klarreich se propuso escribir una historia para Quanta Magazine sobre una objeción importante a la prueba de Mochizuki, encontró un muro continuo de silencio. “Muy pocos matemáticos estaban dispuestos a hablar on the record porque hubo muchos malos sentimientos”, dice.

La prueba de Mochizuki ejemplifica algunos de los retos de reportear sobre ciencia controversial. Los aspectos técnicos pueden ser difíciles de examinar, los expertos pueden ser cautelosos en tomar una posición clara o en hablar con la prensa, y todos están frustrados. Para escribir sobre la prueba de Mochizuki y su impacto, Castelvecchi y Klarreich tuvieron que encontrar caminos alrededor de dichos obstáculos. Tuvieron que escribir sobre los científicos como personas, con egos, puntos ciegos y miedos.

 

Cómo tratar con fuentes renuentes

Una manera usualmente efectiva de convencer a las personas de hablar sobre un tema controversial es simple: acercarse desde una perspectiva neutral. En 2020, Scott Sayare, un escritor para revistas freelance que cubre ciencia y política, escuchó sobre el microbiólogo francés Didier Raoult, quien estaba siendo aclamado por parte de la prensa francesa como un “salvador controversial” por su campaña para tratar pacientes con COVID-19 con hidroxicloroquina. Pero el trabajo de Raoult también estaba atrayendo criticismo por su falta de rigor.

Sayare convenció a Raoult de hablar para una entrevista larga, tratando de acercarse desde una posición neutral. “No tengo idea de qué es cierto y qué no lo es. Pero lo que propones suena interesante, y no puedo sino notar que mucha gente está muy enojada contigo. Me gustaría hablar sobre eso”, Sayare le dijo a Raoult. No propuso la historia como positiva o negativa, aunque señaló que sería justo y riguroso. Ayuda, dice Sayare, “recordarle a la gente que no eres malvado, que no estás interesado en lo salaz y el chisme”.

 

Cuando logras conseguir una entrevista con una fuente polémica, se debe tratar de entender qué las motiva a tomar una u otra posición.

 

Sayare pasó algún tiempo previamente reportando sobre yihadismo en Francia. Sus entrevistas fueron complicadas a veces porque sus fuentes no estaban particularmente contentas de hablar con el sobre sus vidas. “Frecuentemente me sentí como una combinación de acosador y parásito”, dice Sayare. De esas experiencias, se acostumbró a conducir entrevistas incómodas y contenciosas. Cuando entrevistó a Raoult, encontró que el científico era entusiasta para responder (frecuentemente combativo) a sus críticos. “Parece disfrutar el conflicto”, dice Sayare. Hablar con fuentes como Raoult puede ser difícil porque pueden querer controlar la narrativa de la entrevista. En estas conversaciones, es importante no perder el foco sobre las preguntas que necesitan respuesta.

Cuando logras conseguir una entrevista con una fuente polémica, se debe tratar de entender qué las motiva a tomar una u otra posición, dice la periodista y editora de ciencia Roxanne Khamsi. En su experiencia, una simple pregunta de seguimiento, como “¿Por qué crees eso?” funciona mejor que algo más combativo como, “Tal y tal dicen algo diferente, ¿qué les respondes?”. Escuchar la explicación de alguien “no significa que les compro todo lo que me dicen”, dice. Para Khamsi, es crucial entender los datos que están observando y los axiomas que mantienen como ciertos que otros no mantienen. Esto puede revelar los matices que necesitas para entender la naturaleza del debate. Preguntar un “¿por qué?” neutral, dice ella, evita agregar drama innecesario durante la entrevista, mientras que aún se llega al corazón de los desacuerdos científicos.

Pero cuando las fuentes ni siquiera aceptan una entrevista, mostrarles precisamente lo que otros han dicho sobre su trabajo u opiniones puede algunas veces hacerlos responder. Esto puede funcionar porque a las personas no les gusta que sus opiniones sean tergiversadas. Sayare recomienda volver a contactar a una fuente renuente diciendo, “yo sólo quiero entender cuál es tu posición real. Me parece que está siendo tergiversada o que hay algún malentendido”. Un oído curioso y comprensivo siempre es una buena táctica, dice él, “pero no una simpatía porque sí; simpatía que nace de la curiosidad”.

Sin embargo, algunas veces apelar al deseo de las fuentes de aclarar las cosas no es suficiente, por lo que los periodistas deben ponerse creativos. Cuando Stephanie M. Lee, una periodista de BuzzFeed News, estaba reporteando sobre la investigación dudosa y la potencial falta profesional de Brian Wansink, que era entonces un prominente científico de alimentos en la Universidad Cornell, ella intentó todos los trucos para hablar con él. “Cada vez que tenía alguna historia, le preguntaba sobre ellas. Pero nunca participó”, dice. Wansink dejó de hablar con la prensa una vez que estas preocupaciones se hicieron públicas.

 

Hasta las fuentes más elusivas pueden dejar migajas en internet que pueden ser esenciales para una historia.

 

Sin embargo, Lee encontró una forma creativa de acceder al pensamiento de Wansink. Su empleador previo, la Universidad Cornell, es una universidad privada, entonces ella no les podía solicitar acceso a sus correos electrónicos directamente. Sin embargo, algunos de sus colegas trabajaban en universidades estatales, que sí son sujetos de solicitudes de acceso a documentos públicos. De este modo, ella pudo acceder a muchos correos electrónicos en los cuales se discutían prácticas de investigación problemáticas. “Ellos hablaban en términos muy descarados sobre idear un encabezado o conclusión o descubrimiento, y luego [preguntarse], ¿cómo podemos diseñar un experimento?” dice Lee. Obtener este material fue esencial para que Lee pudiera trabajar en una serie de historias sobre Wansink.

Hasta las fuentes más elusivas pueden dejar migajas en internet que pueden ser esenciales para una historia. Eso significa, dice Lee, que los periodistas tienen muchas formas indirectas de acercarse a una fuente. “Los científicos publican investigaciones, ¿cierto? Dan conferencias, ¿cierto? Dan pláticas. Escriben cosas. Entonces, todo eso es juego limpio”, ella dice. “Queda en los periodistas ser creativos y encontrar formas de contar una historia si creen que es suficientemente importante”.

Klarreich utilizó una estrategia similar pare escribir su historia sobre la prueba de Mochizuki. Aunque nunca habló con periodistas, él publica regularmente notas y artículos en su página web. “De hecho, él escribe sobre estos temas de una forma que, en cierta medida, se aleja de la escritura matemática tradicional”, dice Klarreich, señalando que el matemático escribe sobre “factores sociológicos en juego”, como la relación de Mochizuki con sus colegas, la comunidad científica en general y la prensa. Al leer sus notas y citarlas en su historia, ella pudo hacerse una idea de sus pensamientos sobre las críticas a su trabajo.

 

Cómo encontrar fuentes externas

Algunas ocasiones, los periodistas pueden recurrir a reportajes anteriores para hablar con fuentes externas. Un par de años antes de su historia sobre la prueba de Mochizuki, Klarreich entrevistó al matemático Peter Scholze para un perfil sobre su carrera prometedora. Cuando se supo por primera vez que Scholze and Jacob Stix habían encontrado un defecto fundamental en la prueba de Mochizuki, ellos estaban renuentes de hablar con la prensa, pero sí hablaron con Klarreich. “Ya teníamos esa conexión”, ella dice. “[Scholze] tenía cierta confianza de que yo escribiría un artículo serio”.

Esto demostró ser crítico, ya que otros periodistas no tuvieron el mismo acceso. Cuando Castelvecchi le solicitó una entrevista a Scholze, no pudo lograr que hablara on the record. “Bien por ella”, dice Castelvecchi sobre la entrevista de Klarreich. “¡Me habría encantado tener esa exclusiva!”

Khamsi también se basó en su reportaje previo para escribir sobre la transmisión aérea de SARS-CoV-2. Cuando escuchó que la mayoría de los expertos y funcionarios de salud pública descartaban la transmisión aérea del virus SARS-CoV-2 al inicio de la pandemia, ella recordó inmediatamente un reportaje previo que había hecho en un tema relacionado. “Tuve una conversación con un científico algunos años atrás que decía que las personas no se percatan de que los coronavirus son aéreos, entonces eso se quedó en mi mente”, dice Khamsi. Pero “nunca fue importante hasta que tuvimos la pandemia de coronavirus”.

 

Otra estrategia para encontrar fuentes externas es ver más allá de las voces más estridentes.

 

Dicho científico era el virólogo Vincent Munster del Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, quien terminó siendo el punto de partida para el reportaje de Khamsi sobre la transmisión aérea de COVID-19. Khamsi también recomienda una manera ya probada y común de encontrar fuentes externas: buscar artículos científicos sobre el tema, entrevistar a los autores, y luego preguntar a los autores a quién más entrevistar.

Otra estrategia para encontrar fuentes externas es ver más allá de las voces más estridentes. Cuando el presidente Trump estaba exagerando a la hidroxicloroquina y muchos expertos correctamente observaban que no había evidencia, Lee encontró un comunicado de prensa inusual de la Universidad de Oxford que decía que la hidroxicloroquina se estaba descartando prematuramente. Es raro para una institución decir, como lo hizo el comunicado de prensa, que “datos fraudulentos, extrapolación injustificada” e “intensa politización” pueden prevenir a científicos serios de averiguar si una droga tiene o no potencial. “No vemos eso usualmente”, dice Lee.

Al profundizar en su reporteo, Lee encontró que otros científicos también se encontraban con obstáculos al conducir ensayos adecuados con hidroxicloroquina, y uno de los más grandes era que batallaban para encontrar a voluntarios. Después de un periodo de interés intenso en la droga, la mala publicidad y la politización alrededor de la hidroxicloroquina llevó a muchos voluntarios a desertar de los ensayos, frecuentemente por preocupación sobre la seguridad del tratamiento.

La búsqueda de Lee ejemplifica cómo una pregunta genuinamente científica no estaba siendo explorada, por razones ajenas a la ciencia. Su historia no podría haber emergido si Lee hubiera escuchado sólo a los principales protagonistas del discurso sobre hidroxicloroquina.

 

Cómo saber cuando ya terminaste de reportear

No hay una fórmula para decidir cuánto reporteo es suficiente. Frecuentemente, las controversias científicas siguen desarrollándose mientras los periodistas trabajan en ellas, lo que puede hacer difícil saber cuándo detenerse en el reporteo. Los debates persisten en redes sociales, las demandas se desenvuelven, y nueva ciencia puede volcar descubrimientos anteriores.

Una manera de saber que has hecho suficiente reporteo, dice Lee, es empezar a escribir borradores mientras estás reporteando y poner atención a los huecos en la historia. Si hay una parte que carece de claridad o que no fluye bien, es comúnmente una señal de que se necesita más reporteo. Eso puede significar regresar con algunas preguntas de seguimiento con las fuentes, o encontrar nuevas fuentes o documentos adicionales.

Cuántas fuentes se necesitan para una historia depende completamente de la historia. “Algunas veces no necesitas hablar con 50 personas. Quizás después de cinco o seis entrevistas sientes que ya entiendes el panorama del debate muy bien como para presentarlo”, dice Lee. Un truco infalible que muchos periodistas usan es darse cuenta de cuándo las fuentes empiezan a sonar repetitivas. Cuando cada fuente nueva está diciendo fundamentalmente lo mismo que ya tienes, es una señal común de que tu reporteo está en buena forma.

 

En cualquier debate científico, las respuestas a las preguntas fundamentales pueden permanecer frustrantemente inconclusas mucho tiempo después de que la fecha límite para el periodista ha pasado.

 

Para escribir una conclusión para una historia que aún se desenvuelve, Sayare sugiere ponerla en un contexto científico más amplio. Quizás hay algún mensaje que llevarse sobre prácticas y métodos científicos, o sobre ciencia abierta y transparencia, o sobre las implicaciones prácticas de la controversia si ésta se llegara a resolver. Tratar de encontrar este mensaje más amplio muestra que tu historia es importante a pesar de las preguntas abiertas. “Como lector, espero que el periodista trate de hacerlo”, dice Castelvecchi.

En cualquier debate científico, las respuestas a las preguntas fundamentales pueden permanecer frustrantemente inconclusas mucho tiempo después de que la fecha límite para el periodista ha pasado. Frecuentemente es útil centrar historias no en las respuestas de los problemas científicos específicos en cuestión, sino en la búsqueda de las preguntas o en los personajes involucrados en dicha búsqueda. Al escribir sobre la saga de la conjetura abc, Castelvecchi y Klarreich no trataron de llegar a una conclusión sobre la validez de la prueba de Mochizuki. En lugar de eso, decidieron escribir sobre cómo dicha prueba estaba afectando a la comunidad matemática. De hecho, Castelvecchi dice, sus editores también reconocieron que este aspecto era el relevante. “Incluso sugerí poner una ilustración con números que mostraban por qué la conjetura parece ser cierta, pero a los editores no les gustó la idea. Realmente querían la sociología”, recuerda.

Escribir sobre temas controversiales puede poner a prueba toda habilidad periodística, desde encontrar a fuentes elusivas, hasta escribir sobre complejos temas científicos, o detectar prácticas científicas fraudulentas, o, importantemente, mantener un foco agudo en la historia a pesar del debate que la rodea. Khamsi dice que el periodo en que escribió sobre el debate sobre si el coronavirus se transmitía de manera aérea fue “la semana más intensa de mi carrera periodística”. Incluso en áreas tan abstractas como las matemáticas, donde lo que está en juego no es tan serio como la salud pública, es estresante reportear las controversias intensas. “Me sentí fuera de mi terreno al escribir sobre una controversia como esta”, dice Klarreich sobre su experiencia con la conjetura abc.

Sin embargo, la controversia es una parte normal del proceso científico. Los avances en la ciencia requieren desafiar el conocimiento aceptado. Cuando Galileo ayudó a comprobar, hace 400 años, que la tierra giraba alrededor del sol, fue extensamente atacado y sujeto de burla antes de comprobarse que estaba en lo correcto. Mochizuki, de hecho, cita el caso de Galileo como “un fenómeno fascinante de transición desde el rechazo social hasta la aceptación de una teoría científica”. Escribir sobre ciencia controversial significa reconocer a los científicos como animales sociales. Pueden estar demasiado apegados a su trabajo y ser sensibles a la crítica. Como dice Sayare, “la ciencia es sólo una de tantas iniciativas humanas”. Uno de los objetivos del periodismo de ciencia es dejar esto claro.

 

Pedro Márquez-Zacarías Jennifer Rattray

Pedro Márquez-Zacarías es un biólogo evolutivo purépecha y actualmente es becario en TON, con soporte del Burroughs Wellcome Fund. También es un comunicador de ciencia, que actualmente coordina el blog bilingüe de biología Biomusings, y becario de comunicación científica para Science ATL. Pedro se graduó de la Universidad Nacional Autónoma de México de la licenciatura en investigación biomédica y actualmente es candidato a doctor en biología cuantitativa en el Instituto Tecnológico de Georgia. Puedes encontrarlo en Twitter como @PedroM_Z.

Skip to content