El pitch como hipótesis: cómo las historias evolucionan con el reporteo

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A sunflower seedling in a yellow pot with the shadow of a full-grown sunflower projected on a while wall behind it.
HuePhotography/iStock

 

Mientras la pandemia continuaba poniendo a prueba al sistema de salud en 2021, Angus Chen, un reportero de cáncer en STAT, fue cautivado al aprender que un hospital de Boston desplegaba el único programa de mamografías en 3D en Massachusetts. Llevar los diagnósticos a la gente en lugar de requerir que ellos vayan a un hospital y se arriesguen a una infección de COVID parecía como una idea nueva y brillante. Chen incluso llevó a una fotógrafa para capturar la camioneta de diagnóstico. “Pensé que era algo increíble”, recuerda Chen.

El equipo fue al hospital para maravillarse del vehículo y hablar con los doctores. Pero allí, el entusiasmo inicial de Chen se convirtió en una desilusión. Los doctores le dijeron que esta tecnología había ya existía desde hace unos 20 o 30 años. Ni la tecnología ni el concepto eran novedosos*. Chen se dio cuenta de que su premisa estaba completamente equivocada. ¿Qué hacer ahora? Chen tuvo que reconciliar su pitch, o propuesta de historia, con la realidad, algo que todos los periodistas deben encarar. “Es bastante común estar a la mitad de tu reporteo y ver tu pitch original y pensar, Hmmm, el material que tengo no encaja realmente con lo que dije que haría”, dice Kelly Servick, redactora y editora en la revista Science que cubre neurociencia y biomedicina. Este proceso de reconciliación puede a veces cambiar la esencia de una historia en formas impredecibles.

Como periodista, puedes pensar en una propuesta como una hipótesis lo suficientemente interesante como para investigarla. Si la propuesta es la hipótesis, el reporteo es la recopilación de pruebas. Las pruebas pueden ir en cualquier dirección: pueden respaldar la hipótesis original o revelar nuevos hechos que la contradigan y obliguen al escritor a replantear o incluso abandonar su historia. Aprender cuándo tomar uno u otro camino es una habilidad que requiere experimentar esta tensión de primera mano y desarrollar un sentido personal de lo que funciona y lo que no. “Hay mucho de intuición en ello”, dice Servick. Pero la intuición por sí sola no es suficiente. Los escritores tienen que perfeccionar sus habilidades, incluida la difícil decisión de dejar ir una historia.

 

Aprender a dejar ir

Chen intentó rescatar su historia sobre el diagnóstico móvil de cáncer. Tal vez, pensó, había algo nuevo —no en la tecnología en sí, sino en cómo ésta era una mejor estrategia de pruebas durante una pandemia, o cómo la pandemia cambió su modo habitual de despliegue—. Pero ninguno de los dos casos era cierto. Sencillamente, no había nada. Al final, Chen sintió que pasar a otras historias era un mejor uso de su tiempo que tratar de forzar esta. Como descubrió, dejar ir nos da libertad y espacio para trabajar en historias más prometedoras.

Sin embargo, no todas las premisas son fáciles de falsificar. A veces hace falta una perspectiva muy desarrollada para reconocer cuándo merece la pena seguir una historia o no, especialmente si la ciencia es muy especializada o dudosa. Davide Castelvecchi, reportero de Nature, se basó en su profunda familiaridad con la ciencia de las ondas gravitacionales para darse cuenta de que debía abandonar una historia antes de profundizar demasiado en ella. Llevaba años interesado en las ondas gravitacionales —al punto de que algunos científicos con los que habló bromeaban con la posibilidad de que se uniera al equipo de investigación—. “Estaba muy enchufado a todos los rumores y noticias”, dice Castelvecchi. Esto resultó muy útil cuando, en medio de todo el entusiasmo por la detección de ondas gravitacionales en 2016, un grupo de científicos encontró una seria objeción al descubrimiento. De ser cierta, esta objeción supondría un enorme golpe para la comunidad de la física.

Darse cuenta desde el principio de que una historia no tiene futuro es especialmente importante para los freelancers, ya que no pueden permitirse el lujo de perder el tiempo persiguiendo una historia que no resulta. — Davide Castelvecchi, Nature


La objeción era que las señales detectadas como ondas gravitacionales eran indistinguibles de otras señales de fondo. Pero Castelvecchi fue prudente a la hora de tomar la objeción sin más, a pesar de que otros periodistas escribieron artículos al respecto. Cuando habló con el grupo disidente, Castelvecchi se dio cuenta de que no podían aportar ejemplos claros de otras señales que pudieran confundirse con las ondas gravitacionales. Pronto se dio cuenta de que no había nada sustancial en la objeción, por lo que decidió abandonar la historia. “Como periodistas, tenemos que ejercer nuestro juicio, no sólo sobre cómo cubrimos algo, sino también cuando no lo hacemos”, dice.

Darse cuenta desde el principio de que una historia no tiene futuro es especialmente importante para los freelancers, dice Castelvecchi, ya que no pueden permitirse el lujo de perder el tiempo persiguiendo una historia que no resulta. Cuando una historia simplemente no existe, dice, los periodistas no deben forzarla.

 

Buscar el lado bueno de las cosas

En otros casos, sin embargo, un periodista puede tener que encontrar alguna manera de rescatar una historia que no está resultando como se esperaba. Esto puede ocurrir, por ejemplo, si la publicación tiene un hueco que cubrir y descartar la historia no es opción; o si tú o el medio para el que escribes han invertido tanta energía y trabajo en el proyecto que abandonarlo sería intolerable; o si estás cubriendo un acontecimiento noticioso actual.

Hace poco, Angela Posada-Swafford, una la periodista basada en Miami, estaba cubriendo la primera inmersión submarina tripulada en la Fosa de Atacama, en la costa chilena, un hito importante en la exploración de los océanos. Llevaba meses preparándose para el viaje y ofreció a sus editores un acceso exclusivo a la expedición, ya que formaría parte de la tripulación y se convertiría en la primera mujer en descender a tanta profundidad —8.000 metros— en la fosa.

Pero las cosas tomaron otro rumbo. Tras la segunda inmersión de las cuatro que estaban planeadas, el buque sufrió una avería. La tercera y cuarta inmersión se cancelaron.

A pesar de no poder participar en una inmersión, Posada-Swafford nunca se planteó abandonar la misión. Antes de viajar, se había comprometido a escribir un par de historias sobre la expedición y había conseguido asignaciones otras cuatro historias durante su estancia en Chile. No había vuelta atrás. Al final, sus esfuerzos valieron la pena, y publicó algunas historias vívidas y personales sobre la expedición, y tiene más en preparación. “Formar parte de un equipo que explora las fronteras del océano es algo enorme, tanto si estás dentro como fuera del submarino”, dice Posada-Swafford.

Los periodistas pueden tener que reflexionar sobre si han obtenido toda la información que necesitan para escribir una historia con confianza.

Pero incluso las profundidades del océano pueden ser más accesibles que algunos secretos comerciales. En una ocasión, Servick estaba reporteando sobre una empresa de desarrollo de fármacos, pero la presentación que le hizo la compañía durante su visita carecía de detalles. “No estaban realmente preparados para compartir conmigo tanto como había pensado”, recuerda. Además, la empresa quería que firmara un acuerdo de confidencialidad, a lo que ella se negó.

En casos como éste, los periodistas pueden tener que reflexionar sobre si han obtenido toda la información que necesitan para escribir una historia con confianza. “Cuando estás muy adentrada en tu proyecto, tus estándares en cuanto a lo que es interesante y lo que es suficiente llegan a ser altos”, dice Servick. En este caso, Servick había reunido suficientes detalles importantes para su historia, así que pudo seguir adelante. Pero no siempre es así, y los periodistas pueden requerir hablar con fuentes externas para obtener una imagen más clara sobre el progreso de una empresa privada.

En otros casos, los escritores pueden enfrentarse a un problema muy diferente: las disputas vocales. Al principio de su carrera, Mark Zastrow, que ahora es editor sénior de la revista Astronomy, reporteaba sobre lo que creía ser una historia sencilla sobre el hielo marino de la Antártida. Pero pronto descubrió que había una enorme disputa entre dos campos científicos que debatían la exactitud del registro del hielo marino antártico. Él no se esperaba tal desenlace, que atribuye a su inexperiencia en ese momento de su carrera. Cuando no se sabe mucho sobre un tema, dice, es fácil pasar por alto la controversia que lo rodea y es difícil dar con un buen ángulo para una historia. “Te metes en un campo de minas; esta gente se conoce. Hay mucha historia”, añade. Al final, Zastrow utilizó la disputa a su favor, ya que se convirtió en el aspecto central de su historia final.

 

Ponte creativo

A veces, el reto para los escritores científicos no consiste en dar con un buen ángulo, sino en elegir el adecuado entre muchas opciones.

Cuando Martha Mendoza, reportera de investigación de The Associated Press, decidió investigar el exceso de hormonas en el agua potable, se encontró con un sinfín de ideas. Ella y su equipo se dieron cuenta rápidamente de que el tema tenía muchos tentáculos. Había historias potenciales sobre muchos aspectos de la sociedad humana, como problemas de desigualdad social en el acceso al agua potable, los antibióticos que se vierten desde las fábricas, y la aparición de resistencias debido a la exposición a los medicamentos en el agua potable. Mendoza y sus colegas llegaron a la conclusión de que había demasiado material para que cupiera en una sola historia. En su lugar, decidieron abarcar en profundidad y amplitud sus reportajes, publicando una serie de historias relacionadas. El hecho de seguir todos esos caminos resultó fructífero, ya que algunos de los reportajes dieron lugar a audiencias en el Senado y a cambios regulatorios.

Formar parte de un equipo que podía dividir el trabajo significó que Mendoza podía seguir todas las pistas que se le presentaban, un lujo que pocos periodistas tienen. A menudo, los periodistas deben priorizar los ángulos a seguir. Cuando se enfrenta a una historia con muchos hilos, Chen recomienda dar un paso atrás y preguntarse: “¿Qué es lo que te atrajo inicialmente a esta historia? ¿Qué es lo más convincente que puedo decir sobre ella?”. Frecuentemente, indagar en este tipo de preguntas te dará claridad para retomar el control de tu historia y centrarte en lo que es importante.

Si las cosas siguen sin estar claras o no son concluyentes durante un tiempo, tampoco pasa nada.

Sin embargo, si las cosas siguen sin estar claras o no son concluyentes durante un tiempo, tampoco pasa nada. Servick considera que muchas de las historias que no han funcionado para ella son simplemente historias “retrasadas”, en el sentido de que aún no han encontrado su momento. “No están muertas, están hibernando”, dice. Cuando sea el momento adecuado, podrán florecer.

Hace un par de años, Servick quiso escribir una historia sobre los pacientes que se someten a cirugía cerebral estando conscientes. Para los neurocientíficos, esas son oportunidades poco frecuentes de realizar estudios dentro del cerebro mientras el paciente reacciona al mundo. Pueden registrar las neuronas mientras el paciente realiza tareas básicas, como ver un vídeo emocional. En este caso, los pacientes hacen un favor a los científicos, ya que los estudios no están relacionados con su estado de salud. A Servick le interesaban las experiencias de primera mano de estos voluntarios, pero la historia nunca acabó de cuajar. “Fue difícil saber cuándo contar esa historia, o cómo estructurarla”, recuerda.

No fue hasta casi dos años después, cuando Servick leyó sobre un programa de investigación sobre la ética de estos estudios, que todo encajó. “De repente, [la historia] volvió a ocupar el primer puesto en mi lista”, me dice. Al final, su historia presentó los fundamentos éticos de hacer experimentos neurológicos invasivos no relacionados con la operación de un paciente. “Al final fui capaz de introducir a los pacientes en la historia y compartir su perspectiva”, dice, pero su historia fue más allá. Su paciencia dio sus frutos. La inspiración renovada puede venir de muchos sitios, así que tenemos que mantener nuestras antenas atentas a las noticias que puedan despertar historias hibernadas.

 

Comunícate con tus editores

Cuando tu historia ha tomado una dirección inesperada o cuando necesitas saber cómo avanzar, siempre es inteligente decírselo a tu editor o editora lo más pronto posible. “Los escritores siempre deben molestar a los editores desde el inicio. ¡Sí, hay que molestar al editor!”, dice Elizabeth Culotta, editora adjunta de noticias de la revista Science. Cuanto antes se comuniquen los problemas, más fácilmente se podrán resolver, dice.

“En general, a los editores no les gustan las sorpresas”, coincide Servick, que recientemente empezó a trabajar como editora además de escritora. “Cuando la historia cambia de dirección, creo que es importante ponerse en contacto y compartir lo que está cambiando”.

Cuando los escritores se atoran en cómo arreglar una historia cuya hipótesis central ha resultado falsa, los editores pueden aportar una perspectiva diferente y fresca. La relación entre escritor y editor es una simbiosis entre expertos. “Los editores deben pensar que tú, la reportera, eres la experta. Estás inmersa en la historia de una manera en que ellos no lo están”, dice Francie Diep, reportera de The Chronicle of Higher Education. Este mutualismo permite que los escritores resuelvan los problemas con más eficacia que de forma aislada. El editor y el escritor están, al fin y al cabo, trabajando por un objetivo común.

En última instancia, lo que resulta formativo y útil de hablar con un editor es aprender la forma en que ellos cuestionan una historia y cómo abordan los problemas.

Hace años, Diep recuerda que propuso escribir una historia sobre la salud de las colmenas de abejas. Para ello acudió a una conferencia científica para informarse sobre el tema. Una vez allí, se dio cuenta de que había otras historias que le interesaban más que la salud de las colmenas, pero pensó que debía centrarse en su propuesta original. “Era demasiado temprano en mi carrera y tenía mucho miedo de desviarme de mi plan”, recuerda. “Pensé que mi editora se enojaría conmigo si no cumplía lo que había dicho”.

En retrospectiva, Diep habría hecho las cosas de otra manera. “Pude haber enviado un correo electrónico a mi editora diciéndole: ‘Oye, me enteré de esto en la conferencia, ¡parece muy interesante!’, y ningún editor se enfadaría por ello”, dice. Hoy en día, si le asignan que cubra una conferencia, Diep trata de mantener su mente abierta a historias diferentes a las ideas que trae originalmente.

En última instancia, lo que resulta formativo y útil de hablar con un editor es aprender la forma en que ellos cuestionan una historia y cómo abordan los problemas. Y aunque la resolución de una historia recae principalmente en el escritor, los editores pueden iluminar una parte del oficio que uno podría estar pasando por alto. Para Servick, “una conversación realmente útil con un editor es la que renueva mi curiosidad sobre otras dimensiones de la historia, haciéndome muchas preguntas que no necesariamente he estado haciendo a mis fuentes”.

 

* Corrección 17/06/22: una versión anterior de esta historia decía que la camioneta para mamografías que Chen quería perfilar en una historia fue la primera en usarse en el estado. Esa camioneta en particular, de hecho, no fue la primera en usarse en el estado, sino solo una camioneta para mamografías actualizada con tecnología 3D.

 

Pedro Márquez-Zacarías Jennifer Rattray

Pedro Márquez-Zacarías es un biólogo evolutivo purépecha y un becario TON patrocinado por el Burroughs Wellcome Fund. También es comunicador científico, interesado en los medios escritos y audiovisuales. Pedro se licenció en ciencias biomédicas por la Universidad Nacional Autónoma de México y actualmente es candidato a doctor en biociencias cuantitativas en el Instituto Tecnológico de Georgia, donde estudia los orígenes de la complejidad biológica. Después de graduarse, será becario postdoctoral Omidyar en el Santa Fe Institute. Puedes encontrarlo en Twitter @PedroM_Z.

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