Cómo sacarles el mejor provecho a las visitas de laboratorio

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A chemistry lab bench covered with bottles, instruments, and other equipment.
Jean-Pierre/Flickr (CC BY-SA 2.0)

 

Cualquier historia sobre ciencia requiere que los datos y las cifras sean correctos. Pero visitar a los científicos donde trabajan te permite ir más allá de los hechos para conocer más sobre sus personalidades y pasiones. Una visita a un laboratorio puede recompensar a un reportero con iniciativa con detalles detrás de la escena sobre cómo se hizo un descubrimiento y qué motiva a las personas que están haciendo el trabajo.

No obstante, aprovechar al máximo una visita a un laboratorio es una habilidad en sí misma. Muchos periodistas científicos que conozco comenzaron sus carreras como científicos en un laboratorio, con un profundo conocimiento sobre el trabajo que se realiza ahí y todo lo eso que conlleva. Pero con una formación en ciencias políticas, no tuve la oportunidad de visitar un laboratorio científicos hasta que comencé a escribir para un museo de ciencias hace casi 15 años. Al igual que muchos otros periodistas científicos, he aprendido haciendo el trabajo—aunque no sin algunos pasos en falso—.

Nunca olvidaré una de mis primeras visitas al laboratorio, cuando mi mochila sobrecargada casi derribó un matraz de vidrio Erlenmeyer descomunal en el laboratorio de bioquímica de Pat Brown, de la Universidad de Stanford. Rápidamente escondí mi mochila en una esquina, agarré mi cuaderno y bolígrafo, y reanudé el recorrido por el laboratorio, con el corazón palpitando a mil por hora, esperando que nadie se hubiera dado cuenta.

 

Ten cuidado

Esa ‘salvada’ temprano en mi carrera deja en evidencia un elemento central en cualquier visita a un laboratorio: la mayoría de los laboratorios tienen equipos frágiles por todas partes e instrumentos sensibles que están registrando resultados de experimentos. Puede que parezca increíblemente obvio que debes tener mucho cuidado de no romper nada o interferir con el trabajo que se está haciendo. Pero los laboratorios pueden ser pequeños, desordenados y caóticos. Y cuando estás malabareando cuadernos, bolígrafos, cámaras y grabadoras, es fácil distraerse. Lo último que quieres es tropezarte con alguien que está en medio de un procedimiento delicado o colocar tu equipo en un instrumento cuidadosamente calibrado. Presta atención a lo que sucede a tu alrededor y estarás bien.

 

Aparta suficiente tiempo

Por lo general, pido más tiempo del que creo que necesitaré en un sitio—lo que, dependiendo del tipo de historia que esté haciendo, podría ser desde una a varias horas—. Debes respetar el tiempo de tu fuente, pero tu primera prioridad es obtener buen material para tu historia. Si noto que se me acabó el tiempo, pero la persona que estoy entrevistando no parece muy inquieta, seguiré haciendo preguntas hasta que me digan que es hora de irme.

 

Haz tu tarea

Antes de ir al laboratorio, busca historias que se hayan publicado sobre tus fuentes y el trabajo que ha salido de su laboratorio. No querrás gastar tiempo en cubrir lo que ya ha sido cubierto por otros, a menos que eso proporcione material de contexto útil. Además, una historia anterior podría mencionar los planes de investigación futuros de un científico, por lo que puedes preguntar sobre cómo ha resultado el trabajo. Y si un científico se queja de cómo otro periodista se equivocó, estarás preparado para profundizar en el problema y tal vez buscar un ángulo inexplorado en el que no habías pensado.

Conocer a investigadores en sus laboratorios te da la oportunidad de platicar mientras te muestran su ambiente, lo que te permite descubrir aspectos interesantes sobre sus vidas o personalidades. Pero recuerda que los investigadores están ocupados. No pierdas el tiempo preguntándoles algo que puedes aprender fácilmente en un libro. Y asegúrate de leer sobre el trabajo de tu fuente. Si estás familiarizado con la investigación, la entrevista probablemente será más relajada, lo que producirá un material más rico y mejores citas.

 

Two shelves containing facial molds.
Mientras visitaba el Instituto de Investigación Quirúrgica (y centros afiliados) en San Antonio, Texas, Liza Gross fotografió esta colección de máscaras y moldes faciales que los investigadores usan para recrear estructuras faltantes debajo de la piel. Liza Gross

 

Antes de viajar al Centro Médico Militar Brooke en San Antonio, Texas, para entrevistar al reconocido cirujano del ejército, el coronel Robert Hale, para una historia para Discover sobre guerra y medicina, leí extensamente sobre los avances históricos y recientes para ayudar a soldados con horribles lesiones faciales. Cuando conocí a Hale, un oficial de alto rango condecorado y con una agenda extremadamente apretada, se mostró impresionado de que yo hubiera hecho mi tarea. Hablamos sobre los hitos en la medicina militar, algo que claramente le apasionaba. Y aunque sabía que gran parte de lo que discutimos no terminaría en la historia, la conversación rompió el hielo. Me sentí más cómoda abordando algunos de los temas más sensibles que necesitaba explorar para la historia, no solo sobre el trauma facial, sino también sobre la historia personal y las motivaciones del coronel.

Mi preparación anticipada también le aseguró que podría presentarme a los miembros de su equipo sin preocuparse de que hiciera perder su valioso tiempo.

Antes de realizar una visita a un laboratorio, Deborah Blum, una periodista ganadora del Premio Pulitzer que enseña periodismo en la Universidad de Wisconsin–Madison, busca habitualmente en Google Scholar artículos sobre el tema que está investigando, luego realiza una búsqueda similar sobre los científicos que planea entrevistar.

“Lo que debes recordar acerca de una visita al laboratorio es que debes hacer preguntas en función de tu preparación previa, pero también debes prestar atención a lo que está a tu alrededor y dejar que eso también le dé color la entrevista”, dice Blum. Cuando el trabajo de Brian Jackson, un toxicólogo de Dartmouth, sobre el arsénico presente en fórmulas para bebés a base de arroz y otros productos llamó la atención de Blum, ella fue a su laboratorio para escribir una historia para Discover sobre el arsénico en el arroz.

“Estar en el laboratorio me permitió ver lo obsesivamente organizado que él es”, dice Blum, quien tuvo que usar calzado protector para el recorrido. “Cada cajón etiquetado, todo en su lugar, todo brillando de limpio. Pero cuando estuve allí, descubrí que incluso con todas sus habilidades de organización, el lugar todavía estaba repleto de latas de fórmula para bebés. Estaban apiladas en armarios. Se esparcían hasta su oficina. Le pedí que las contara. Y usé eso, las latas de fórmula apoderándose de su vida, para comenzar mi historia. Siempre pensé en ellas como esa escena de ‘El Aprendiz de Brujo’ con los trapeadores y las escobas que se multiplican sin fin”.

 

Captura detalles sensoriales

Las visitas en persona pueden ofrecer oportunidades inigualables para percibir aspectos reveladores de las personalidades, hábitos, espacios de trabajo y estilos de interacción de los investigadores con los demás. Para una historia sobre James Watson, quien compartió el Premio Nobel con Francis Crick por descubrir la estructura del ADN en 1953, Bryn Nelson sintió que una entrevista en la oficina del legendario biólogo era esencial.

“Para mi deleite, su oficina resultó ser un gran reflejo del investigador anacrónico”, dice Nelson, periodista independiente que trabajaba para Newsday en ese entonces. “Tenía uno de los primeros modelos de la doble hélice de ADN en su escritorio, y también un calendario pin-up”.

La visita también permitió a Nelson observar a Watson leyendo su famoso artículo:

Camina alrededor de su escritorio, agarra una copia del artículo original y lee la última oración en voz alta: “No se nos ha escapado que el emparejamiento específico que hemos postulado sugiere de inmediato un posible mecanismo de copia para el material genético”.

Y luego se ríe.

Al describir esa escena, completa con la risa de Watson, Nelson reveló un lado travieso y ligeramente presumido de Watson, que medio siglo después se deleitaba en desplegar una subestimación monumental al describir uno de los descubrimientos más célebres de la ciencia. También muestra cómo Watson tenía el artículo tan a la mano para la entrevista.

Cada vez que me encuentro con científicos en el laboratorio o en el campo, llevo una cámara para capturar detalles visuales que pueden agregar vivacidad a una historia. Algunas personas hacen preguntas que no son relevantes para la historia para poder tomar las fotos sin preocuparse de perderse puntos clave. Yo intento esperar pausas en la conversación, tal vez mientras me muevo de una estación en el laboratorio a otra. Puedes pensar que recordarás fácilmente cómo se ve una persona después de pasar unas horas con ella, pero las imágenes mentales pueden desvanecerse rápidamente, especialmente después de un día completo de reporteo.

Si noto elementos sensoriales sorprendentes o notables mientras alguien habla, los anoto junto con la marca de tiempo de mi grabadora de audio. Luego, cuando estoy lista para comenzar a escribir, comparo la transcripción con mis notas y reviso las fotos para activar mi memoria visual, para ver si los detalles sensoriales que he capturado agregan profundidad o matices a lo que la persona estaba diciendo.

Nelson se basa en la intención de la historia para decidir en cuáles elementos visuales enfocarse. “Trato de capturar detalles que ofrecen un poco de vivacidad, humanidad o un aspecto inesperado en el trabajo del investigador”, dice. “Estos recordatorios visuales son geniales cuando reviso mis notas y trato de re-capturar el momento para los lectores”.

Solo recuerda, si llevas grabadoras de audio, cámaras u otro equipo multimedia, asegúrate de llevar baterías, tarjetas de memoria y cargadores adicionales. Es fácil volverse autocomplaciente cuando estás acostumbrado a hacer entrevistas telefónicas y tienes todo lo que necesitas al alcance de la mano. No quieres descubrir que las baterías se agotaron justo cuando tu fuente se preparaba para contarte una historia particularmente jugosa.

 

Prepárate para el drama

Hace años, escuché a Mark Kramer, director fundador del Programa Nieman sobre Periodismo Narrativo de la Universidad de Harvard, hablar sobre cómo encuentra el material para escribir historias de no ficción convincentes. “Cuando llamas para agendar una entrevista y una fuente te dice: ‘Oh, estoy realmente ocupado ese día’, no digas: ‘¿Qué día te queda mejor?’ Di: ‘¿Qué estás haciendo y puedo ir?’”

Las fuentes no saben qué tipo de oportunidades estás buscando. Tienes que decirles. Tal vez están probando una nueva técnica y piensan que no estarías interesado en visitar ese día porque podría no funcionar. Pero lo que califica como un contratiempo para un investigador puede ser un buen drama para un escritor. Asegúrales que serás lo más discreto posible mientras los ves en acción.

Luego, al observar cualquier momento dramático, date cuenta de todo lo que te rodea —personas, equipos, accidentes—utilizando todos tus sentidos. Busca detalles que fomenten la sensación de inmediatez de un lector, que los coloque en la habitación contigo.

 

Conoce al equipo

Las fuentes pueden sugerir que las visites cuando la mayoría de las personas no están presentes, suponiendo que prefieres realizar una entrevista con menos distracciones. Pero si vas cuando no hay nadie en el laboratorio, perderás la oportunidad de ver cómo interactúa tu fuente con sus colegas, lo que podría tener influencia en el trabajo.

Conocer a otras personas en el laboratorio también te da la oportunidad de observar el entorno de trabajo y tener una idea de cómo los miembros del laboratorio ven a tu fuente. ¿El ambiente es agradable? ¿Sientes tensión o estrés? ¿Los investigadores más jóvenes parecen respetuosos o parecen tratar al líder del laboratorio con desdén? Cualquiera de estos detalles puede ayudarte a desarrollar el carácter de una persona para construir un retrato vivaz.

Incluso si estás escribiendo un perfil sobre un solo investigador, la ciencia rara vez es un esfuerzo en solitario, especialmente en la actualidad. En la investigación biomédica, generalmente es el primer autor en un artículo quien diseñó el estudio o dirigió la investigación. Solicita conocer a esa persona y a cualquier otra persona que haya desempeñado un papel en el trabajo sobre el que estás escribiendo. Si alguien desarrolló un nuevo método o equipo para hacer los experimentos, pregunta si puede mostrarte sus ventajas. Y asegúrese de preguntar en qué están trabajando ahora, lo que podría sugerir pistas para futuras historias.

 

Piensa en el largo plazo

Los periodistas no son nada sin sus fuentes. Y las reuniones cara a cara ayudan a construir conexiones duraderas. “Nada construye relaciones como una visita en persona”, dice Blum. “El periodista inteligente también usa la visita al laboratorio para conectarse con las personas y poder volver a ellas. En la visita a Dartmouth, hablé con muchos colegas de Jackson y luego pude hacer dos historias diferentes para el New York Times relacionadas con el trabajo de otros científicos que conocí. También me invitaron a una reunión internacional sobre arsénico en Maine, e hice aún más conexiones. Así que la visita no es un punto final”.

 

Liza Gross Cortesía de Liza Gross

Liza Gross es reportera de Inside Climate News con sede en el norte de California. Es autora de The Science Writers’ Investigative Reporting Handbook y colaboradora de The Science Writers’ Handbook. Durante mucho tiempo ha cubierto la ciencia, la conservación, la agricultura, la salud pública y ambiental, y la justicia con un enfoque en el mal uso de la ciencia para beneficio privado. Síguela en Twitter como @lizabio.

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