Cómo apoyar a reporteros y fuentes que experimentan acoso digital

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Colorful overlapping silhouettes of mobile phone users.
Smartboy10/iStock

 

En la primavera de 2017, semanas después de que el entonces presidente Donald Trump asumiera el cargo en los Estados Unidos, escribí varias historias para la revista Wired sobre una filtración de datos extremadamente reveladores sobre las operaciones de la CIA y sus capacidades de vigilancia digital. Conocido como “Vault 7”, el hallazgo fue publicado por el controvertido grupo de transparencia WikiLeaks y su asediado fundador Julian Assange. Mis historias eran una cobertura directa y benigna de noticias en un mar de artículos parecidos. Sin embargo, en las horas y días posteriores a que comenzara a publicar, usuarios enojados de Twitter comenzaron a tuitear mensajes de odio hacia mí y sobre mí, diciendo que como mujer no tenía credibilidad para cubrir tecnología o seguridad nacional. Los atacantes estaban particularmente obsesionados con el hecho de que soy judía. Durante unos cuantos días, mis notificaciones de Twitter estuvieron llenas de acusaciones intolerantes y comentarios violentos.

En ese momento, me daba miedo navegar por mi cuenta de Twitter y ver ataques despectivos y maliciosos en contra de mí y mi trabajo. Pero también me sentí afortunada, porque después de unos días el fuego se tranquilizó hasta apagarse por completo. Los trols aparentemente se aburrieron de mí y siguieron adelante.

La mayoría de las personas que trabajan en los medios de comunicación conocen a alguien que ha lidiado con el acoso en línea o ha sido víctima de él. En estas situaciones, los periodistas pueden enfrentar ataques atroces hacia ellos en sus cuentas de redes sociales, verse obligados a lidiar con la divulgación de su información personal e incluso sufrir amenazas de muerte u otras amenazas de violencia dirigidas contra ellos y sus familias.

Sin embargo, muchas publicaciones han tardado en reconocer estas experiencias, y no han invertido en formas de apoyar a los reporteros, escritores freelance y fuentes que sufren abuso digital. Esto orilla a los periodistas a soportar el ataque digital solos o a montar una defensa ad hoc con uno o dos colegas cercanos y de confianza, pero tanto el problema como la amenaza van mucho más allá de cualquier cosa que un individuo pueda manejar solo.

“Lo brillante del abuso en línea es que es enmarcado como si fuera ad hominem, como si fuera un ataque personal dirigido —se trata de ti—”, dice Viktorya Vilk, directora de seguridad digital y libre expresión de PEN America. Pero “a menudo no se trata de eso en lo absoluto”, dice. “Se trata de suprimir la prensa libre y de socavar los esfuerzos que se hacen por decirle la verdad al poder, destapar la corrupción y criticar personas. Y lo que algunas personas han encontrado es que la manera más efectiva de hacer eso es persiguiendo a reporteros individuales para tratar de expulsarlos de la industria y callarlos para que no hagan su trabajo”.

Hay cosas que puedes hacer como editor que trata de proteger a sus escritores o como reportero que trata de proteger sus fuentes. Sin embargo, abordar esto va más allá de una acción personal.

Los medios de comunicación necesitan crear políticas para reconocer y minimizar los daños del acoso y abuso digital contra los reporteros y los freelancers —y al hacerlo, apoyar la libertad de prensa—.

 

Cómo evaluar amenazas

Hay un viejo adagio que dice que “no existe tal cosa como la seguridad perfecta”. Pero cuanto más sepan los editores, reporteros y directores acerca de estos peligros, es menos probable que los tomen completamente desprevenidos si necesitan ayudar a un colega.

La triste realidad es que los periodistas y fuentes que pertenecen a grupos marginados corren un mayor riesgo de sufrir abusos en línea relacionados con su raza, etnia, religión, discapacidad, género, orientación sexual o posturas de derechos humanos. Es importante que todos los involucrados en la creación de una historia lo tengan en cuenta a la hora de planear asignaciones. Pero los editores y escritores también deben tomar en cuenta el tema. Reportear sobre corrupción política o corporativa, cubrir regímenes represivos o guerras y escribir sobre abusos perpetrados contra grupos marginados o los esfuerzos para expandir la representación, son áreas controvertidas. Para los periodistas de ciencia, las enfermedades infecciosas y la salud pública, el bienestar animal, el cambio climático, la sustentabilidad, la genética, y la salud y el cuidado reproductivo son temas particularmente polémicos.

El primer paso para los editores es aceptar la realidad de que el acoso en línea es una amenaza presente y hablar abiertamente con los escritores al respecto cuando sea relevante, para normalizar la discusión.

Los peligros para los reporteros y sus fuentes son particularmente mayores en algunos países donde la censura del gobierno o las restricciones más sutiles al discurso tienden a generar una reacción violenta, particularmente en el Sur Global.

“Ha sido un desafío decir lo que piensas en el internet de la India durante los últimos años porque tienes estos sofisticados y organizados ejércitos de listos para perseguirte; especialmente si criticas al partido que gobierna”, dice Pranav Dixit, un reportero de tecnología para BuzzFeed News y excorresponsal de tecnología con sede en la India. “A estas alturas, esto lleva tantos años sucediendo que está prácticamente normalizado. Vivimos en un mundo muy polarizado y a la gente no le gustan los medios de comunicación, así que la gente se va a ir contra los periodistas”.

En última instancia, cualquier cosa que a la gente le interese profundamente y, ciertamente, cualquier cosa que tenga mucho dinero invertido, puede ser potencialmente incendiaria, lo que significa que ningún tema es completamente seguro. Y aunque nadie puede predecir todas las amenazas, como periodista —seas reportero, fotógrafo, editor o verificador de datos— naturalmente desarrollas con el tiempo una intuición de cuales historias en tu ámbito tienen más probabilidades de provocar una respuesta abusiva.

 

Cómo crear un ambiente de apoyo

Mientras cubría WikiLeaks, sentí que aguantar los ataques era simplemente parte de mi trabajo y algo que debería tomar con calma. Es una idea común. “Por muchos años, en muchos tipos diferentes de publicaciones, no pedí ayuda”, dice Rachel Feltman, periodista y editora de ciencia desde hace mucho tiempo que ha trabajado tanto para publicaciones tradicionales, como digitales. “Incluso tuve personas que habían sido mis mentores diciéndome que debería actuar digna y callada con respecto al acoso que estaba recibiendo en las redes sociales”.

Al reportear este artículo, escuché una serie de historias desgarradoras sobre periodistas que enfrentaron una tormenta de abuso digital después de publicar una historia particularmente controversial, o que enfrentaron meses o años constantes de acoso de bajo grado que eventualmente llegó a un punto crítico. Sin embargo, una y otra vez los reporteros y editores se negaron a contar estas historias on the record precisamente porque habían trabajado desesperadamente para dejar atrás la experiencia.

Pero prácticamente todos hicieron énfasis en que cuando ocurría el acoso, sentían que estaban solos. Muchos reporteros dijeron que el mejor escenario era contar con el apoyo de un editor santo que estaba en las trincheras con ellos leyendo publicaciones y mensajes vitriólicos e intentando llamar la atención de las empresas de tecnología para bloquear a los usuarios abusivos o eliminar el contenido violento.

“Algunos periódicos importantes literalmente tienen una sala vacía para abrir el correo que reciben, porque a los reporteros les han enviado polvos misteriosos y temen ataques biológicos”, dice Feltman. “Sin embargo, existe esta sensación de que el acoso en línea es tan real y aterrador como tú lo permites ser”.

Sin embargo, Feltman agrega: “creo que ahora las cosas están empezando a cambiar un poco”. Existe una creciente sensación de que las publicaciones deben contar con sistemas para prevenir y responder al acoso o, por lo menos, una conciencia mínima del concepto entre los directores de redacción.

Sin embargo, los editores necesitan recursos más allá de sí mismos para poder actuar sobre cualquier cosa que les reporten sus escritores.

“Uno de los lugares más simples para comenzar en una publicación es simplemente decirle a tus reporteros que crees que el abuso en línea es un problema y que les ofrecerás apoyo si lo experimentan”, dice Vilk de PEN America.

PEN America y otras organizaciones globales que abogan por la libertad de expresión, como el grupo ARTICLE 19, ofrecen capacitaciones para salas de redacción y recursos para periodistas para lidiar con el acoso en línea, incluido el extenso Manual de campo de acoso en línea de PEN. La organización también ofrece talleres para la Defensa del Acoso en Línea y consultas, a través de un modelo de paga-lo-que-puedas para medios de comunicación y editores, incluyendo opciones gratuitas o subvencionadas para organizaciones pequeñas.

El primer paso para los editores es aceptar la realidad de que el acoso en línea es una amenaza presente y hablar abiertamente con los escritores al respecto cuando sea relevante, para normalizar la discusión. Y los editores pueden ser de apoyo desde el momento en que se asigna una historia, ya sea que estén trabajando con un escritor freelance o con un reportero de planta. Considera si, de acuerdo con tu experiencia, un tema podría terminar provocando acoso digital. Si es así, adviértele al escritor y compártele algunas de las mejores prácticas de seguridad digital. También debes alentarlos a comunicarse contigo a la primera señal de que podrían estar sufriendo acoso digital.

Sin embargo, los editores necesitan recursos más allá de sí mismos para poder actuar sobre cualquier cosa que les reporten sus escritores. Los líderes de la sala de redacción deben desarrollar políticas claras sobre cómo los reporteros y editores se comunicarán con sus superiores y el departamento legal en caso de que haya acoso en línea. Por ejemplo, algunas publicaciones tienen un canal de Slack u otro chat grupal específicamente dedicado a clasificar los casos en términos de urgencia y responder a incidentes de acoso digital rápidamente. Otros tienen planes para usar el correo electrónico para notificarse o una combinación de ambos. Dicho plan también debe incluir un sistema para determinar cuáles colegas colaborarán en la respuesta ante un caso que escala rápidamente. Los medios de comunicación también pueden establecer una especie de sistema de “contacto de emergencia” en el que cada editor y reportero identifique a algunos colegas con los que se sentiría cómodo delegando para trabajar con ellos en la clasificación de urgencia si comienzan a experimentar acoso digital. Y las salas de redacción también deben tener un plan sobre quién trabajará con el editor en caso de que uno de sus freelancers o una fuente se enfrente al abuso en línea.

 

Cuando es tiempo de actuar

Si un periodista o una fuente comienza a experimentar acoso en línea que empieza a escalar, es importante implementar el plan de acción rápidamente.

“Estas situaciones son tan fluidas y cambian tan rápido que las primeras horas y los primeros días son los más críticos para responder”, dice Judy Taing, quien dirige el programa global de género y sexualidad de ARTICLE 19. “Sin esa estructura establecida, se deja solos a los periodistas para manejar esos primeros momentos. Ya sean comentarios despectivos, comentarios denigrantes o tácticas para infundir miedo, a menudo es difícil saber el verdadero motivo o medir hasta dónde llegará”.

Un aspecto crucial durante un incidente de abuso en línea es qué tan abrumada pueda sentirse la persona atacada si sus cuentas de redes sociales se inundan con mensajes amenazantes y de odio, su teléfono no deja de sonar o teme cada vez más por su seguridad y la de su familia. El costo psicológico puede ser severo, por lo que los medios de comunicación deben ser capaces de ejecutar el plan para establecer un equipo de colegas que revisarán las opciones de respuesta con el atacado y avanzarán con su consentimiento.

Cuando es tiempo de actuar. Si después de que la historia se publica sí ocurre acoso, se deben aplicar los mismos principios de que los periodistas ofrezcan a sus fuentes su tiempo y apoyo para planear y ejecutar una respuesta.

Este grupo de respuesta puede moderar la sección de comentarios del artículo que está generando la controversia, o la de toda la publicación. Ellos, u otra persona en la que el atacado confíe, también pueden revisar las redes sociales, correo electrónico y otras plataformas de comunicación del atacado para reportar, bloquear o silenciar la actividad abusiva. Y los colegas también pueden asumir la labor de documentar el acoso a lo largo de la situación para que quede un registro del incidente. La publicación debe consultar con el atacado sobre cuál respuesta lo ayudará a sentirse más respaldado, ya sea que eso resulte en una defensa pública o en acciones internas más silenciosas. El departamento legal puede ayudar a coordinar la respuesta si una publicación cree que involucrar a las autoridades legales sería productivo.

“Lo que las instituciones deben hacer es crear algún tipo de canal interno para que los reporteros y los freelancers puedan reportar estas situaciones; ya sea una dirección de correo electrónico o recursos humanos con los que las personas puedan comunicarse, la capacidad de escalarlo a su director o, idealmente, las tres cosas”. dice Vilk de PEN America. “Y luego, lo que necesitamos es un grupo de respuesta, porque el conjunto de habilidades que se requieren es diverso. Entonces, tienes a las personas de seguridad digital, a las personas que se encargan de la participación de la audiencia que tienen relaciones con las plataformas de redes sociales, a las personas de relaciones públicas para hacer una declaración y es posible que necesites un consejo general. Reúnes a las personas más relevantes, que se convierten en el grupo asesor que determina qué hacer, caso por caso”.

Como sugiere Vilk, es probable que las organizaciones de noticias más grandes, con equipos enfocados en el desarrollo de su audiencia tengan puntos de contacto en las plataformas de redes sociales y otras empresas tecnológicas, para intentar obtener una atención personalizada en situaciones de abuso digital que se desenvuelven. Dentro de una red social, digamos, esto puede tomar la forma de un contacto que se asegure de que se las cuentas abusivas estén siendo abordadas, se elimine el contenido violento y las cuentas de los atacados estén seguras. Pero las publicaciones más pequeñas y las que se encuentran en regiones desatendidas a menudo no tienen la capacidad de comunicarse directamente con las empresas de tecnología, una desventaja injusta y un problema de equidad crucial en el que las plataformas digitales deberían trabajar para eliminar.

Las publicaciones también deberían ofrecer pagar por servicios como DeleteMe, que ayudan a borrar datos privados y de identificación personal del internet, para cualquier reportero que sufra acoso.

Puede ser particularmente difícil para los escritores y editores apoyar a las fuentes que experimentan acoso como resultado de haber participado en una historia. Al realizar entrevistas, los reporteros no tienen la obligación de llevar de la mano a sus fuentes adultas, pero podría ser apropiado que les brinden contexto si parecen no haber considerado que un tema sobre el que están hablando es particularmente controversial. Si después de que la historia se publica sí ocurre acoso, se deben aplicar los mismos principios de que los periodistas ofrezcan a sus fuentes su tiempo y apoyo para planear y ejecutar una respuesta.

Tanto para las fuentes, como para los periodistas, la forma en que una publicación responde al acoso digital depende en cierta medida de quién está siendo acosado. Los reporteros de planta tienen acceso a todos los recursos que ofrece una publicación, pero eso también significa que están a merced de las políticas de su empleador, que pueden ser defectuosas o incompletas. Mientras tanto, los freelancers y los editores que trabajan con ellos, enfrentan desafíos únicos cuando intentan responder a incidentes de abuso digital. Los freelancers podrían tener menos información disponible sobre cómo una institución determinada aborda las situaciones de acoso digital, menos oportunidades para abogar por mejoras dentro de los medios para los que trabajan y, potencialmente, menos prioridad y apoyo de una publicación. Por eso, es importante que los editores sean especialmente comunicativos y traten de estar atentos a la respuesta en las redes sociales a cualquier pieza potencialmente controversial en la que trabajen con un freelancer.

 

Las secuelas

Las respuestas a los incidentes de acoso digital deben basarse en el consentimiento específico del atacado y ofrecerle la flexibilidad de estar tan involucrado como quiera, en todos los aspectos del proceso.

“Algunos periodistas solo quieren que el problema desaparezca y otros están listos para pelear y quieren que la situación sea más publicitada”, dice Taing de ARTICLE 19. “La seguridad y comodidad de los periodistas deben ser la fuerza impulsora”.

Después de un episodio de acoso, los editores deben hablar con la persona atacada sobre si quieren tomar un descanso de su tema de especialidad o alejarse de ciertos temas, al menos por un tiempo. Pero puede ser difícil, tanto para los reporteros como para sus editores, establecer límites en torno a las historias en las que van a trabajar y cuando la administración de una publicación no ha considerado la realidad del abuso digital como una amenaza.

Además, es importante confirmar que todo se ha documentado de la manera más completa posible, para reflexionar y discutir después de que haya ocurrido el acoso. Los editores deben considerar qué hizo bien su publicación y cualquier área en la que faltó el apoyo institucional. Y los editores deben consultar con los periodistas que han sufrido acoso después de un mes y nuevamente, tal vez después de seis meses, mientras llevan lo aprendido durante la situación a los tomadores de decisiones dentro de la publicación. La conclusión es que los periodistas no deberían tener que asumir esta carga solos. Eso puede significar cabildear a la dirección de la sala de redacción, ya sea como una coalición específica o a través de un sindicato, para promulgar políticas que proporcionen estructura institucional y apoyo en estas situaciones.

“Las empresas de medios de comunicación deben entender cómo es el internet para los periodistas y que esto sucede”, dice Dixit de Buzzfeed. “Necesitan ser solidarios. Lo menos que pueden hacer es apoyar a sus periodistas”.

 

 

Lily Hay Newman Sarah Hartshorne

Lily Hay Newman es escritora sénior de la revista Wired enfocada en la seguridad de la información, privacidad digital y piratería informática. Anteriormente trabajó como reportera de tecnología en Slate y fue redactora de base de Future Tense, una publicación y proyecto de Slate, New America Foundation y la Universidad Estatal de Arizona. Además, su trabajo ha aparecido en Gizmodo, Fast Company, IEEE Spectrum y Popular Mechanics. Síguela en Twitter @lilyhnewman y Mastodon @lhn@mastodon.online.

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