
Cuando Sabrina Moreno se incorporó al Richmond Times-Dispatch de Virginia como reportera general, no pensaba escribir sobre salud o ciencia. Pero en su primer día de trabajo, en marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró la pandemia mundial de COVID-19, y el virus empezó a infiltrarse también en los reportajes de Moreno.A medida que aumentaba el número de casos, Moreno tuvo que dejar de centrarse en la gobernanza de los condados y las comunidades de inmigrantes para decidir qué noticias sobre la COVID-19 debía cubrir. Entrevistó a trabajadores sanitarios sobre la escasez de suministros y rastreó la rápida propagación de COVID-19 en hogares de ancianos. También se ocupó de su antiguo tema de cobertura, investigando cómo las familias inmigrantes entendían los mensajes de salud pública, predominantemente en inglés.Incluso después de convertirse en la principal reportera de COVID-19 para el Times-Dispatch y conocer la lista de ingredientes de la vacuna de Moderna, seguía sin considerarse una periodista científica o especializada en salud, una identidad que no ha adoptado hasta hace poco. “Al principio, la COVID se consideraba un tema sobre el que solo escribían los periodistas de salud”, dice. “La gente no entendía cómo esto iba a entrar en el campo de cobertura de cada persona”.
La ciencia ha formado parte de la vida cotidiana incluso antes de que la COVID-19 empezara a dominar los titulares. Muchos reporteros locales como Moreno han tenido que cubrir temas científicos o sanitarios complejos, como las huellas del cambio climático en los ecosistemas locales o los efectos de las políticas de salud pública en las comunidades. Y el público está deseoso de leer historias de este tipo procedentes de fuentes locales. La mitad de los adultos estadounidenses recurren a los medios locales para informarse sobre la COVID-19, según una encuesta de Pew de 2020. También confían más en las noticias locales. Una encuesta de Knight-Gallup de 2019 reveló que el 45% de los estadounidenses confía mucho en las noticias locales, en comparación con el 31% que confía en las noticias nacionales.
La conexión de los reporteros locales con las comunidades significa que la forma en que eligen, reportean y escriben noticias puede tener un gran impacto en su audiencia. Están en una posición única para informar y empoderar a los lectores con historias científicas que son importantes para su vida cotidiana, como la importancia de las revisiones médicas rutinarias o el valor medioambiental de la fauna local. Pero al mismo tiempo, es posible que tengan que abordar estas historias por su cuenta, sin el apoyo de una sección de la sala de redacción dedicada a la ciencia —algo que muchos medios locales y regionales carecen o han perdido—. Es posible que algunos periodistas tengan que abogar por incluir la ciencia en sus reportajes en otras secciones y buscar a sus propios expertos para orientar sus noticias científicas.
Conseguir que los lectores se interesen por temas tan pequeños como un virus o tan grandes como el cambio de los patrones climáticos requiere una habilidad única. Los reporteros que escriben para un público local deben tener un sólido conocimiento de quiénes son sus lectores, qué saben y qué quieren saber. También deben tener buen ojo para las noticias científicas locales, que a menudo surgen en lugares distintos de los laboratorios y hospitales que suelen servir de telón de fondo a las noticias científicas nacionales. Por último, tienen que destilar las minucias científicas en historias relevantes para la vida de los lectores —todo ello sin restar importancia a lo que hace que la ciencia sea importante o simplemente fascinante—.
Conociendo a tu público
Para escribir artículos sobre ciencia y salud que sean relevantes y accesibles para tu público, tienes que saber exactamente quiénes forman parte de él. Este conocimiento profundo te ayudará a encontrar historias que estarán ansiosos por leer y generará confianza en tu reporteo. Moreno, por ejemplo, tiene especial interés en cubrir temas relevantes para los lectores latinos e inmigrantes —y ella misma se identifica como latina—, por lo que se ha sumergido de lleno en estas comunidades. “Compro donde ellos compran, salgo a comer donde ellos salen a comer”, dice. Los clientes de estos locales le han ayudado a menudo a encontrar personas con historias interesantes que contar. Por ejemplo, un locutor de radio local en español ayudó a Moreno a ponerse en contacto con líderes religiosos latinos locales que habían superado con éxito graves casos de COVID-19 para su reportaje sobre el impacto desproporcionado de la pandemia en la comunidad latina.
Sin embargo, al principio no le resultó fácil relacionarse con su comunidad como periodista, afirma Moreno. Muchos miembros de la comunidad latina de Richmond se negaron a hablar con ella durante su primer año como reportera por desconfianza hacia su empleador. A lo largo de su historia, muchos periódicos como el Times-Dispatch han fomentado el racismo y han dado una cobertura poco equitativa a sus lectores.
Reforzar la confianza de los lectores en tu labor de reporteo es especialmente importante cuando cubres temas de ciencia y salud, en los que temas como el cambio climático y las vacunas pueden fácilmente resultar controvertidos.
La estrategia de Moreno para contrarrestar estos patrones históricos y generar confianza entre sus lectores es sencilla: “Seguir estando ahí”. Es especialmente importante no solo ponerse en contacto con las fuentes cuando se necesita algo de ellas o si un tema afecta a su comunidad, sino comprobarlo periódicamente, dice. Para organizarse mejor, Moreno tiene una hoja de cálculo que contiene no solo la información de contacto de muchas de sus fuentes comunitarias, sino también datos que ha averiguado sobre ellas: su comida favorita, su cumpleaños, si tienen hijos. Estos detalles hacen que la conversación sea más personal. “Es evidente que estás escuchando y no solo manteniendo una conversación transaccional”, afirma.
La relación con sus lectores ha llevado a Moreno incluso a hacer más accesibles algunas de sus importantes historias sobre salud pública, abogando por eliminar las barreras de pago cuando es posible o traduciendo personalmente un artículo al español.
Reforzar la confianza de los lectores en tus reportajes es especialmente importante cuando se trata de ciencia y salud, donde temas como el cambio climático y las vacunas pueden convertirse fácilmente en temas controvertidos. La transparencia es una parte importante de la construcción de esa confianza, dice Sarah Wade, periodista independiente y exreportera del Bristol Herald Courier, que sirve a las comunidades del suroeste de Virginia y el noreste de Tennessee. “Me aseguro de que quede claro que trabajo para ellos”, afirma. Para ello, Wade responde a las preguntas de las fuentes sobre sus reportajes y comparte su proceso de verificación de la información que le llega.
También es importante demostrar que estás dispuesto a aprender de los miembros de la comunidad. “Hay que estar abierto a no ser un experto”, dice Wade. Por ejemplo, después de escribir un reportaje para la revista Southerly sobre el impacto en la salud de la contaminación del aire que se filtraba de un vertedero de Virginia, Wade organizó una sesión para escuchar con un grupo local de defensa del medio ambiente y líderes comunitarios para conocer sus preocupaciones sobre el vertedero. Dedicar tiempo a escuchar a los miembros de la comunidad también ayuda a los periodistas a ampliar su noción de competencia para informar sobre temas científicos. Como dice Moreno, “la gente que vive en esta comunidad cada día es experta en su propia vida y su experiencia”.
Encontrar la ciencia en las historias locales
Cuando se trata de noticias locales, las historias científicas pueden esconderse a plena vista. Los reporteros pueden utilizar algunas estrategias clave para estar atentos a estas historias, por muy lejos que estén del laboratorio.
Una de las primeras historias científicas que escribió el reportero Mark Johnson empezó con una ballena azul gigante muerta que un petrolero arrastró accidentalmente a la costa de Providence, Rhode Island, en 1998. Johnson se sintió intrigado al enterarse de que los científicos se habían reunido para llevarse trozos del cadáver de la ballena para sus estudios, por lo que propuso un reportaje al Providence Journal —donde trabajaba en aquel momento— sobre el abanico de proyectos de investigación que permitiría esta ballena.
Johnson, que ahora cubre temas de salud y ciencia en el Milwaukee Journal Sentinel y USA Today, lleva más de una década poniendo el ojo en las historias científicas locales. Dice que las historias que se basan en lo que despierta su curiosidad suelen atraer también a su audiencia. A partir de ahí, también intenta asegurarse de que el artículo enseñe algo nuevo a los lectores: información que les sirva para tomar decisiones cotidianas, o simplemente un detalle que estén deseando compartir con sus amigos. “Intento pensar día a día, semana a semana, cuál es la historia más importante que puedo contarle a los lectores”, dice. Al seleccionar las historias, Johnson dice que es importante que, aunque los detalles técnicos de un estudio sean complejos, los objetivos de los científicos sean sencillos. Por ejemplo, algunos de los científicos que tomaron muestras de la ballena azul planeaban estudiar su laringe de dos metros para investigar el síndrome de muerte súbita del lactante.
Los artículos que presentan un elenco de personajes locales también pueden conectar con el público. Por ejemplo, Johnson ha cubierto la ciencia de las células madre embrionarias desde 2008, después de que el biólogo James Thomson de la cercana Universidad de Wisconsin-Madison empezara a intentar reprogramar células humanas. Sospechando que los lectores devorarían historias sobre tales maravillas científicas en su propio patio trasero, Johnson ha seguido haciendo crónicas de este campo y del trabajo de Thomson, hasta la próxima jubilación del biólogo.
Los periodistas pueden inspirarse en las comunidades para escribir artículos científicos averiguando qué plataformas en línea frecuentan sus lectores.
Como Moreno y otros muchos reporteros locales han comprobado al cubrir la COVID-19, las historias científicas pueden surgir de la propia comunidad de lectores. Nsikan Akpan, editor de salud y ciencia de WNYC/Gothamist, dice que hay que encontrar voces que se hagan eco de la historia. Por ejemplo, en un reportaje editado por Akpan, la reportera de salud Caroline Lewis aborda el primer sitio de inyección supervisada de drogas de la ciudad de Nueva York, incluyendo el testimonio de clientes y residentes locales, junto con las pruebas científicas que respaldan este enfoque de salud pública.
Los periodistas pueden inspirarse en las comunidades para escribir reportajes científicos averiguando qué plataformas en línea frecuentan sus lectores. Por ejemplo, Wade descubrió que sus lectores eran activos en Facebook, así que se conectó a grupos de Facebook, como los de padres con hijos en una escuela local específica —siendo siempre sincera sobre su posición como periodista—.
Entrar en contacto con grupos de la comunidad, como organizaciones vecinales y organizaciones ecologistas sin ánimo de lucro, puede ser otra forma de informarse sobre temas locales y conocer fuentes clave. Por ejemplo, la periodista independiente Amy Qin conoció a activistas de la justicia medioambiental acudiendo a las reuniones del ayuntamiento. Y cuando realizaba un reportaje sobre la contaminación cerca de escuelas de Chicago para el medio de noticias sin ánimo de lucro Block Club Chicago, encontró a profesores locales a través del Sindicato de Profesores de Chicago.
La ciencia también puede incorporarse a otros temas. Por ejemplo, Akpan señala que, mientras trabajaban en un reportaje sobre el miedo a la delincuencia en el metro de Nueva York, los reporteros de WNYC/Gothamist Jaclyn Jeffrey-Wilensky y Stephen Nessen entrevistaron a psicólogos sobre la ciencia del trauma, además de analizar datos policiales y hablar con los usuarios del metro. Del mismo modo, en otro reportaje de Gothamistsobre las leyes de zonificación y el desarrollo inmobiliario en Nueva York, el reportero Nathan Kensinger recurrió a datos sobre cuestiones interrelacionadas, como el aumento del nivel del mar y la contaminación. Añadir aspectos científicos a historias locales como estas puede darles un mayor sentido de profundidad y relevancia para la vida de los lectores.
Escudriñar la ciencia
Para escribir sobre ciencia hay que evitar cuidadosamente la complejidad y la jerga innecesaria. Pero esto es especialmente importante en la información local, donde los lectores tienden a buscar información práctica en los reportajes científicos, y un exceso de detalles técnicos puede ahuyentarlos. Afortunadamente, los reporteros locales tienen acceso directo a los lectores de sus propias comunidades, por lo que pueden discernir lo que su público necesita saber y calibrar su redacción en consecuencia.
Los periodistas pueden calibrar la profundidad de la ciencia que deben incluir en sus historias a través de sus interacciones con los miembros de la comunidad. Por ejemplo, cuando Moreno, del Richmond Times-Dispatch, conversa con los habitantes de la zona, les pregunta de manera informal qué dudas tienen sobre temas como las vacunas contra la COVID-19. Esto le ha ayudado no solo a elegir qué historias cubrir, sino también a afinar el nivel de detalle científico en el que profundizar. Descubrió, por ejemplo, que sus lectores estaban más interesados en conocer los efectos secundarios de las vacunas y en escuchar a personas que habían sido vacunadas que en comprender la ciencia subyacente. “Fue una gran lección para mí”, dice. “Lo que yo creo que la gente quiere o necesita puede no ser la información sobre la que quieren o necesitan leer”.
También ayuda pensar qué detalles científicos pueden necesitar conocer los lectores para tomar decisiones e informarse sobre los problemas de su zona.
También ayuda pensar en qué detalles científicos pueden necesitar conocer los lectores para tomar decisiones y aprender sobre los problemas de su zona. Mientras escribía sobre el vertedero, a Wade le preocupaba que el tema pudiera resultar demasiado técnico. Había sustancias químicas con nombres complicados, como el sulfuro de hidrógeno, y para entender a fondo cómo interactuaba el vertedero con los pozos de gas hacía falta un título de ingeniería. Para eliminar la jerga innecesaria, Wade se preguntó si cada detalle técnico era fundamental. Incluyó los nombres de algunas sustancias químicas, como el benceno, porque eran términos importantes que quería que los lectores pudieran reconocer en los registros públicos. Pero a la hora de explicar las reacciones que generaban los humos contaminantes, se saltó la ciencia y se ciñó a ideas claras, como el sobrecalentamiento de los montones de basura.
Cuando los reporteros tienen que incorporar datos científicos a sus historias, resulta útil añadir una perspectiva local. Las tendencias nacionales no siempre coinciden con lo que ocurre sobre el terreno, dice Moreno. Por ejemplo, al principio de la pandemia se dio cuenta de que los latinos representaban casi el 50% de los casos en Richmond, lo que empequeñecía las estadísticas nacionales, por lo que se centró en esta tendencia local en sus historias.
Al desglosar los datos locales, los reporteros también pueden proporcionar a sus lectores información sobre la que pueden actuar. Por ejemplo, como señala Akpan, los neoyorquinos son muy conscientes del clima y del aumento del nivel del mar. Eso significa que las historias que revelan la ciencia de las temperaturas inusualmente altas y otros problemas del cambio climático resonarán entre los lectores de su publicación. “En el ámbito local, la atención se centra más en ofrecer a la gente cosas que puedan utilizar para llevar una vida más segura y feliz”, afirma.
Conseguirlo puede significar dar algunos pasos adicionales. Por ejemplo, cuando Qin estaba analizando un estudio para su reportaje sobre contaminación escolar, ella y el autor del estudio trabajaron juntos para calcular estadísticas adicionales, no incluidas en el estudio, que fueran más relevantes para los lectores de Qin. Aunque el estudio era complicado, Qin dice que lo eligió porque ofrecía un mapa interactivo que podía incrustar en el reportaje, para que los residentes de la ciudad vieran cómo afecta la contaminación a las escuelas de sus propios hijos. “Hay una implicación directa en la vida de las personas”, afirma.

Aparna Nathan es una periodista científica independiente radicada en Boston cuyos artículos han aparecido en Popular Science, PBS NOVA y Drug Discovery News. En 2021 fue becaria de AAAS Mass Media en The Philadelphia Inquirer. Actualmente cursa un doctorado en bioinformática en la Universidad de Harvard. Síguela en Twitter @aparnanathan.