Cómo los periodistas del Sur Global enriquecieron la cobertura de la pandemia global

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Scraps of newspaper headlines relating to the Covid-19 pandemic, in multiple languages
hamzaturkkol/iStock

 

Cuando India implementó un confinamiento para frenar la propagación de COVID-19 en marzo de 2020, Lalit Khambhayata, entonces reportero y editor adjunto del periódico Gujarat Samachar, centró toda su atención en el periodismo de ciencia y salud. Hasta entonces, había cubierto el medio ambiente, la tecnología y la defensa militar para el periódico en idioma gujarati, con sede en la ciudad de Ahmedabad, en el oeste de la India. De repente, estaba escribiendo sobre estudios científicos, anuncios de la Organización Mundial de la Salud, actualizaciones del ministerio de salud y otras noticias relacionadas con COVID.

Hacerlo fue difícil en algunos momentos. Los comunicados de prensa emitidos por el gobierno central a menudo carecían de un contexto adecuado para los lectores locales. La mayor parte de la información disponible al público estaba en inglés o en hindi; muy poco, o prácticamente nada, estaba disponible en gujarati, a pesar de que el idioma es hablado y leído por más de 55.5 millones de personas. Y como muchas publicaciones indias, Gujarat Samachar tenía pocos reporteros con experiencia cubriendo ciencia. En los primeros días de la pandemia, dice Khambhayata, muchos periodistas básicamente repetían las estadísticas de inmunización y enfermedad emitidas por el gobierno y lo llamaban periodismo de salud.

Las circunstancias de Khambhayata fueron paralelas a las de otros periodistas en India y el resto del Sur Global mientras buscaban adaptar la cobertura de una pandemia global a sus audiencias regionales únicas. Estaba la cuestión del idioma, por supuesto: las 8 mil millones de personas que habitan el mundo hablan más de 7.000 idiomas, sin embargo, el inglés es la lengua franca de la ciencia y la investigación científica, y muchos otros idiomas carecen incluso de la terminología para transmitir los conceptos técnicos más complicados de la ciencia. Pero las salas de redacción también tuvieron que cerrar las brechas sociales y culturales que a menudo separan el mundo de la ciencia de las comunidades a las que sirven. Mientras tanto, luchaban contra una infodemia de afirmaciones falsas y engañosas, que se extendía a través de fronteras, continentes, países e incluso a las comunidades más remotas, casi tan rápido como el propio virus.

Con el tiempo, Khambhayata (ahora editor de noticias en el periódico Divya Bhaskar) llegó a ver estos desafíos como oportunidades. Percibió que los lectores de Gujarat Samachar tenían un claro apetito por el discurso científico sobre la pandemia que evolucionaba rápidamente y vio oportunidades para utilizar el conocimiento de la cultura e historia compartidas de su comunidad para cerrar las brechas de información. En una historia, usó un incidente de la vida del abogado y luchador por la libertad indio Mahatma Gandhi, nativo de Gujarati, para explicar el significado histórico y la importancia de la cuarentena. Gandhi, quien estuvo en cuarentena en Sudáfrica durante la plaga de fines del siglo XIX, “escribió un capítulo completo sobre la cuarentena en su autobiografía”, explica Khambhayata.

Khambhayata es uno de los innumerables periodistas del Sur Global que encontraron formas de cubrir la pandemia con claridad, compasión y fluidez cultural en circunstancias difíciles. Para comprender los desafíos que enfrentaron estos reporteros y las contribuciones esenciales que hicieron, hablamos con periodistas y verificadores de hechos de Kenia, Nigeria, China, Perú, Colombia y Filipinas, además de Khambhayata en India. En conjunto, sus contribuciones ofrecen valiosas lecciones sobre cómo ganarse la confianza de las comunidades en tiempos de crisis.

 

Chukwunaeme Obiejesi, reportero del servicio de la BBC en idioma igbo en Lagos, Nigeria

En la primavera de 2020, la desinformación sobre los remedios no probados contra la COVID-19 se estaba extendiendo vorazmente en África, al igual que en todo el mundo, incluyendo Estados Unidos. Entre otras cosas, el presidente de Madagascar había afirmado que un remedio herbal producido a partir de la artemisia, una planta utilizada para crear medicamentos contra la malaria, era la cura del coronavirus. Para Chukwunaeme Obiejesi, un periodista multimedia nigeriano del servicio en idioma igbo de la BBC, existía una necesidad obvia de desenmascarar las falsedades en formas resonaran con las audiencias de su país de origen.

Obiejesi había cubierto salud en inglés antes, pero en la pandemia fue la primera vez que le pidieron cubrir historias de salud en igbo. Aunque el inglés es el idioma oficial en Nigeria, el igbo es el idioma nativo de alrededor de 25 millones de nigerianos y lo hablan 40 millones de personas en todo el mundo. Obiejesi tiene una licenciatura en idioma igbo, pero dice que reportear sobre la salud en este idioma fue difícil. Para algunas palabras no hay sustitutos en igbo, dice, y existe el riesgo de no comunicar la información correcta.

Utiliza el ejemplo de la palabra “oxígeno”, que en igbo se traduce como ikuku ndụ, o “aliento de vida”. En el contexto de una cobertura de salud, explica Obiejesi, las personas pueden entenderlo como “el aire que respiramos”, en lugar del oxígeno que se necesita en una situación de emergencia médica. Obiejesi dice que los reporteros a veces resuelven esas complicaciones al encontrar formas de combinar el igbo con el inglés, una mezcla conocida localmente como engli-igbo. Para el oxígeno, explica, “decimos, oxígeno ikuku ndụ”.

Obiejesi descubrió que las historias contadas con audio y video eran especialmente efectivas para transmitir conceptos en igbo y para desmentir los engaños de las redes sociales y la desinformación sobre COVID-19. Produjo videos explicativos breves y cómicos, pero informativos, que se basaban en gran medida en imágenes, y a menudo combinaba elementos culturales y satíricos para comunicar reportes de salud global y refutar narrativas falsas. Durante el confinamiento de la primavera de 2020, sus reportajes obtuvieron en conjunto más de dos millones de visitas.

Obiejesi dice que era fundamental que los videos estuvieran en igbo. Aunque el inglés es un idioma oficial en Nigeria y la gran mayoría de las personas igbo pueden leerlo cómodamente, “generalmente prefieren consumir contenido de video en idioma igbo a leer artículos de texto en igbo”, dice.

Con base en su experiencia, Obiejesi agrega que ve el futuro de cubrir la ciencia en idiomas locales como “muy brillante”. Todo lo que se necesita, dice, es “algo de pensamiento creativo y algunas innovaciones”.

 

Jane Qiu, periodista independiente en Beijing, China

No muchos periodistas han conseguido entrevistas con Shi Zhengli, la elusiva viróloga china que está en el centro del acalorado debate sobre los orígenes del nuevo coronavirus. Pero mientras reporteaba una historia para MIT Technology Review de 2022 sobre la controvertida hipótesis de que el virus se filtró del Instituto de Virología de Wuhan, donde Shi es investigadora, la periodista independiente Jane Qiu habló con la científica en múltiples ocasiones, recopilando horas de material de entrevista.

Para Qiu, fue un testimonio del papel fundamental que pueden desempeñar los periodistas que entienden “los contextos históricos, sociales, políticos y culturales” de los problemas locales en las historias científicas globales. Dice que Shi accedió a hablar con ella en parte debido a su sólida formación en biología molecular y su capacidad de comprender los matices y la complejidad del trabajo científico, pero también, como escribió, “porque entiendo China y porque podemos comunicarnos en chino, nuestra lengua materna, en la que realicé las entrevistas”. Qiu cree que ella era una de las pocas periodistas con las que Shi podía hablar sin temor a que la malinterpretaran.

Qiu piensa que algunos periodistas occidentales no se dan cuenta de cuánto puede costar ganarse la confianza de fuentes para las que el inglés no es el primer idioma —y lo intimidante que es para los científicos que hablan chino dar entrevistas sobre temas delicados y controversiales en inglés—. Dice, por ejemplo, que en chino no hay tiempos verbales, por lo que cuando hablan en inglés los hablantes de este idioma a menudo usan el tiempo presente, incluso cuando describen algo que sucedió en el pasado —una tendencia que puede resultar en que sus declaraciones sean malinterpretadas—. Del mismo modo, señala Qiu, la ausencia de verbos auxiliares como podría y haría “también presenta serios desafíos para los angloparlantes que intentan entender el chino”, lo que puede conducir a “malentendidos peligrosos”. Además, dice Qiu, hay un cierto poder de expresión que se necesita cuando se analizan temas delicados y controversiales —un poder que los científicos chinos “pueden o no tener cuando intentan expresarse en inglés”—.

Pero el idioma no es la única barrera. Qiu dice que es posible que los periodistas de Occidente no entiendan el contexto social y político chino. Como resultado, ve una necesidad apremiante de desarrollar la capacidad de los periodistas en el Sur Global para cubrir historias científicas globales, como la pandemia de COVID-19. Compara esta necesidad con la “comprensión generalizada de que no podemos depender solo de los periodistas de Washington D.C. y la ciudad de Nueva York que se lancen en paracaídas a cubrir historias locales”, como en el medio oeste de los Estados Unidos. Del mismo modo, fuera de los Estados Unidos, los corresponsales extranjeros y periodistas paracaidistas ya son algo inadecuado por sí mismos; siempre verán la historia solo desde un ángulo externo.

Qiu cita el trabajo de periodistas chinos como Xu Luyi y Chen Xiaoxue de los medios de comunicación en chino Caixin y The Intellectual, respectivamente, como ejemplos de cobertura de la pandemia destacada en el país. Pero le gustaría ver más representación de periodistas chinos en la prensa internacional. Incluso cuando los periodistas locales contribuyen significativamente a las historias de los principales medios occidentales, dice Qiu, a menudo se les acredita solo como corresponsales o fixers. Los editores de los medios globales deben construir y mantener de manera proactiva relaciones con los periodistas que están en el lugar, dice, y quienes financian deberían apoyar proyectos para fomentar las relaciones entre los editores de Occidente y los periodistas del mundo en desarrollo. De lo contrario, se perderán historias y perspectivas importantes. “Una comprensión del mundo solo desde la perspectiva occidental no solo es limitada sino extremadamente peligrosa”, dice Qiu. Los periodistas locales, agrega, “son indispensables en nuestra comprensión del mundo, nuestras relaciones sociales, y cómo hacer del mundo un lugar mejor. Así que eso no es negociable”.

 

Leandro Amaya Camacho, periodista de la revista digital Nube Roja en Piura, Perú

En los primeros meses de la pandemia, el periodista peruano Leandro Amaya Camacho siguió a un joven universitario en Piura, una ciudad en el noroeste de Perú que fue una de las más afectadas por la COVID-19 en la región. La estudiante trabajaba junto a su anciano padre en un mercado lleno de gente. A medida que COVID-19 se extendió por el país, el dúo tuvo que decidir entre protegerse quedándose en casa o trabajar en el mercado abarrotado para alimentar a su familia y pagar sus deudas.

La historia de Camacho, publicada en Nube Roja, la cual cofundó, expuso la precariedad económica que enfrentaron muchos peruanos durante la pandemia y las difíciles decisiones que tuvieron que tomar como resultado. Fue un excelente ejemplo de cómo los reportajes en el sitio, empáticos y respetuosos, enriquecieron la cobertura de la pandemia, ayudando a dilucidar las innumerables formas en que la pandemia afectó la vida cotidiana en las comunidades. Las notas de las noticias deben hacer más que transmitir datos, explica Camacho. “Deberían contar la historia de la gente”.

En Perú, la historia de la gente es, en gran parte, una de desigualdad. Una cuarta parte de la población del país vive en pobreza. De estos, una parte desproporcionada pertenece a los grupos indígenas, que comprenden alrededor del 40% de la población del país, pero que a menudo son marginados por los medios de comunicación principales. “La discriminación es un monstruo enorme”, dice Camacho, quien es descendiente de la nación étnica indígena Sechura.

Camacho dice que es fundamental resaltar estos problemas y que comprender la desigualdad y la pobreza sistémica ha sido importante para reportear de manera efectiva sobre y para las comunidades indígenas frente a la pandemia.

Aboga por que más medios peruanos traduzcan sus historias del español a dos idiomas indígenas ampliamente hablados, el quechua y el aimara. Sin embargo, “no se trata solo de traducir nuestros reportajes”, dice. “También es necesario identificarnos con estas comunidades, porque el periodismo no es un poder, es un servicio”.

 

Juan Esteban Díaz Puerta y Olowaili Green Santacruz, productores y cineastas de SentARTE en Medellín, Colombia

Cuando la pandemia de COVID-19 se extendió por primera vez en Colombia, la productora en español SentARTE decidió probar algo nuevo: no solo comenzaron a incorporar reportajes sobre salud junto con su contenido centrado en las artes y la cultura, sino que también comenzaron a experimentar con la producción de contenido a través de una lente más indígena.

Entre los periodistas que seleccionaron para ese esfuerzo estaban Juan Esteban Díaz Puerta y Olowaili Green Santacruz, ambos productores y cineastas colombianos que han trabajado con SentARTE durante los últimos ocho años. Colombia, la democracia más antigua de América Latina, comprende decenas de comunidades étnicas indígenas y afrocolombianas. Puerta, Santacruz y sus colegas se acercaron a algunos de estos grupos como parte de un esfuerzo transfronterizo llamado El poder de la confianza, que buscaba fortalecer las redes de salud interculturales y generar confianza en las vacunas en Perú, Bolivia y Colombia.

Como lo describen Puerta y Santacruz, el enfoque colaborativo fue un “proceso hermoso” en el que un equipo de traductores y productores expertos cocrearon con las comunidades indígenas para dar voz a los grupos que eran especialmente vulnerables durante la pandemia. La colaboración produjo una rica variedad de historias: un cortometraje que documentó cómo el brote de COVID-19 afectó la vida comunitaria; un documental sobre curanderos y medicinas indígenas tradicionales y un micropodcast sobre el coronavirus y los remedios tradicionales que algunas comunidades indígenas estaban usando para combatir los síntomas de la enfermedad. Hubo historias de curanderos tradicionales que habían creado protocolos para prevenir la propagación de la enfermedad en la comunidad de Gunadule, que de acuerdo con Puerto y Santacruz hasta ahora no ha reportado muertes relacionadas con COVID-19. Hubo historias de comunidades indígenas que se asociaron con expertos para establecer centros botánicos, bancos de semillas e iniciativas para el manejo adecuado y la conservación de plantas medicinales, con miras a comprender mejor las implicaciones y los efectos de COVID-19.

Aunque esos métodos tradicionales no habían sido contrastados con los métodos de la ciencia occidental, “para los indígenas, sus medicinas tradicionales y ancestrales son efectivas y dan respuestas para el correcto tratamiento y prevención de enfermedades”, dijeron Santacruz y Puerta en un correo electrónico. El objetivo del proyecto era dar a las prácticas indígenas una plataforma en un momento en que las narrativas sobre estas comunidades se pasaban por alto en gran medida.

 

Booma Cruz, escritora, editora y traductora de VERA Files en Ciudad Quezon, Filipinas

En VERA Files, un medio de comunicación multilingüe de Filipinas con experiencia en proyectos de verificación de datos, la clave para combatir la desinformación sobre la COVID-19 era atacarla desde todos los ángulos.

Para empezar, eso significaba publicar en la mayor cantidad de idiomas posibles, dice Booma Cruz, escritora, editora y traductora de VERA Files, además de ser cofundadora y miembro del consejo de administración de la publicación. Muchas de las verificaciones de hechos de VERA Files, que varían en formato desde podcasts y publicaciones en redes sociales hasta entrevistas y artículos, se publican en inglés y filipino (el idioma nacional de Filipinas, que se compone principalmente de tagalo, el dialecto predominante del país). Además, el sitio también publica en otros dos idiomas filipinos, ilocano y cebuano.

A veces, VERA Files traducía historias a pedido. Un reportaje extenso sobre la ciencia de la eficacia de las vacunas, publicado originalmente en inglés, fue traducido al filipino después de que un médico que aparecía en la historia sugiriera que el público filipino se beneficiaría de él. Tan solo en 2022, Cruz y el equipo de VERA Files produjeron 145 verificaciones de datos bilingües.

VERA Files también experimentó con diferentes formatos narrativos. Crearon infografías breves optimizadas para las redes sociales en el idioma filipino, produjeron shorties” (“cortitos”), verificaciones de hechos publicadas como citas bibliográficas e incluso hicieron versiones en inglés y filipino de un cómic destinado a desenmascarar la desinformación relacionada con COVID-19.

“Nuestro objetivo principal era acercar la información sobre salud al público ilustrando personajes que hablaban el idioma local”, dice Cruz, y agrega que la versión filipina del cómic fue más leída que la versión en inglés. “Su objetivo es atraer a audiencias desatendidas que pueden no entender fácilmente la jerga científica y médica.

 

Linda Ngari, editora de verificación de hechos en Africa Uncensored en Nairobi, Kenia

Cada vez que Linda Ngari escribe algo, piensa en su abuela de 78 años, Risper Mmbone, que vive en un pueblo rural en el oeste de Kenia. Se pregunta cómo les afecta la desinformación a las personas de su edad y nivel educativo.

Ngari es editora de verificación de hechos en Africa Uncensored, una casa de medios independiente con sede en Nairobi, donde desenmascara la desinformación, publicando su trabajo tanto en inglés como en suajili. Desde refutar publicaciones de Facebook que afirmaban que el té negro puede curar la COVID, hasta contrarrestar la desinformación sobre el efecto de las vacunas en la virilidad y el parto, Ngari ha abordado afirmaciones no científicas de las que tal vez su abuela enferma y otras personas en áreas rurales podrían ser víctimas.

Al igual que otros periodistas científicos que reportan en idiomas indígenas, Ngari dice que a menudo es difícil encontrar las palabras adecuadas para transmitir conceptos técnicos, y que hay ciertos términos, como ARNm, que no tienen traducción en absoluto. Pero con frecuencia pudo solucionar esos problemas al encontrar formas creativas de ayudar a su audiencia a conectar con la ciencia.

Durante la pandemia, por ejemplo, Africa Uncensored comenzó a hacer programas de preguntas dos veces por semana. “Simplemente hacíamos preguntas como, ‘¿Conoces los diferentes tipos de síntomas de la COVID?’” y ofrecieron premios para reconocer a los cuatro ganadores principales, dice Ngari. “Ganamos mucha tracción en eso”, agrega y señala que el proceso ayudó al equipo no solo a crear conciencia sobre la pandemia sino también a fortalecer la participación de la audiencia.

Ngari encontró otras formas de involucrar a sus lectores. Los invitó a compartir sus preguntas, temores y reservas sobre la vacuna, lo cual la ayudó a tener una mejor idea de qué contenido serviría mejor a las necesidades de su comunidad. Dice que este enfoque inclusivo fue esencial para hacer que la historia global de la pandemia se sintiera relevante para las comunidades específicas a las que buscaba llegar. Para ella, reportear sobre la pandemia era algo más que escribir; se trataba de brindar un servicio de salud pública a personas que tal vez no tenían otra forma de acceder a él.

“La persona con más probabilidades de escuchar en idiomas locales no es el tipo de persona a la que le alcanza para pagar una consulta médica,” dice Ngari.

 

Mahima Jain Suneil Gandhi

Mahima Jain es editora y periodista multimedia independiente. Es miembro del Population Reference Bureau Public Health Reporting Corps. Cubre la socioeconomía del género, el medio ambiente y la salud en un marco de desigualdad e injusticia sistémica. Su trabajo ha aparecido en importantes medios indios y mundiales, incluidos The Guardian, Fuller Project, The Caravan Magazine, Mongabay y otras. Mahima fue finalista del premio Thomson Foundation Young Journalist Award en 2021. Su trabajo fue nominado para los prestigiosos premios Society of Publishers in Asia Awards en 2021 y el Premio One World Media (categoría de podcast) en 2022. El periodismo de Mahima ha sido apoyado por becas prestigiosas de la International Women’s Media Foundation, Earth Journalism Network, and Médecins Sans Frontiers. Tiene su sede en Bangalore, India. Síguela en Twitter como @theplainjain.

 

 

Jennifer Ugwa Cortesía de Jennifer Ugwa

Jennifer Ugwa es reportera de investigación independiente con sede en Abuja, Nigeria, que se ha asociado con prestigiosas organizaciones de medios a nivel local y mundial. Le apasionan las historias subrepresentadas sobre salud pública que inciten a los legisladores a tomar decisiones accionables para abordar las crisis de salud de Nigeria. Sus historias sobre violaciones de los derechos de las personas desplazadas internamente, evasión de impuestos corporativos y justicia ambiental/climática han aparecido en el Women’s Media Center, International Center for Investigative Reporting, ICIR, and Climate Tracker. Ha recibido múltiples becas internacionales de periodismo, incluida la capacitación Finance Uncovered Money Trail con sede en el Reino Unido, Investigation Grant for Environmental Journalism, Public Health Reporting Fellowship, Global Reporting Center Fellowship y muchas otras. Síguela en Twitter como @Jennifer_Fact.

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