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Cómo entrevistar para hacer perfiles que abarcan toda una carrera

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Two gray pencils sitting on a yellow surface.
Joanna Kosinka/Unsplash

 

 

Los perfiles de científicos en los años dorados de sus carreras permiten evaluar el carácter de una vida dedicada a la ciencia y revelan las motivaciones que han guiado el trabajo del científico. Realizar entrevistas para este tipo de perfiles que abarcan toda la carrera, de forma que se obtengan tanto los pequeños detalles reveladores como los grandes temas de la vida de una persona puede ser complicado. Por un lado, toda una vida es mucho terreno que cubrir. Y puede ser difícil encontrar los detalles que realmente arrojan luz sobre una persona, y hacerlo sin ser injustamente intrusivo o recurrir a clichés.

Sin embargo, estas historias también pueden ser muy gratificantes, precisamente porque las entrevistas suelen ser muy íntimas. Cuando se hacen bien, los perfiles de “legado” revelan algo que suele estar oculto: cómo el remolino del mundo interior de una persona conecta con los logros que consigue en su mundo exterior.

“En mi mente, una historia sobre el legado de alguien es básicamente un obituario anticipado”, dice Jacqui Banaszynski, periodista ganadora del Premio Pulitzer, profesora emérita de la Facultad de Periodismo de la Universidad de Misuri y miembro del profesorado del Instituto Poynter. “Estás recopilando información cuando la persona aún tiene la oportunidad de reflexionar sobre su vida”.

El secreto de una buena entrevista para un perfil que abarca toda una carrera radica en las preguntas que se hacen y en la conexión que estableces con tus fuentes. “Tenemos que convertir a los entrevistados en narradores —la mayoría no lo son por naturaleza—”, afirma Banaszynski.

Cuando se hacen bien, los perfiles de “legado” revelan algo que suele estar oculto: cómo el remolino del mundo interior de una persona conecta con los logros que consigue en su mundo exterior.

 

¿Por dónde empezar? (A menudo, por el principio)

Un perfil bien logrado entrelaza tres líneas temporales paralelas que conforman la vida de un sujeto, dice Banaszynski.

La primera es la biografía básica del sujeto y “cosas de currículum”, que incluye —en el caso de los científicos— información básica sobre sus logros científicos más destacados. La segunda línea temporal incluye los momentos personales más destacados de la vida de la persona. Y la tercera es el contexto social e histórico de su trabajo. (Para un ejemplo reciente de este entrelazamiento, ve el perfil de 2015 de Natalie Wolchover sobre el físico Nima Arkani-Hamed, publicado en Quanta y presentado en la serie de historias anotadas Storygram de TON). Estos hilos narrativos requieren distintos tipos de reporteo—algunos de los cuales pueden realizarse antes de la entrevista—.

Cuando llegue el momento de la entrevista, debes saber todo lo posible sobre la primera línea temporal —dónde ha vivido y trabajado el científico, cuáles han sido sus grandes descubrimientos, cuándo publicó sus artículos más importantes—. Banaszynski sugiere que incluso escribas esta cronología y la lleves a la entrevista para utilizarla como punto de partida de las otras dos.

Es fácil que la entrevista se estanque en los aspectos básicos de la biografía del sujeto o en detalles técnicos de la ciencia. Sin embargo, ese material ya está disponible en la bibliografía, así que no le dediques mucho tiempo valioso de la entrevista. En cambio, concéntrate en la segunda y tercera líneas temporales —por ejemplo, cómo o por qué unos estudios concretos se convirtieron en un trampolín para el programa de investigación general del sujeto, o cómo el inicio de su carrera en un momento o lugar concretos contribuyó a sus intereses—.

La “historia de origen” de un científico —el comienzo de la segunda línea temporal— es un punto de partida obvio para una entrevista de perfil, dice Robin Marantz Henig, escritora científica freelance y colaboradora de The New York Times Magazine. Ella dedica mucho tiempo a preguntas como “¿Cómo era usted de niño?” o “¿Cuándo se dio cuenta por primera vez de que le interesaba la ciencia?”, porque la gente no suele hablar mucho de su infancia y sus primeros años de historia, así que es probable que la respuesta a esas preguntas sea relativamente poco ensayada. Además, a menos que estés hablando con un científico que sea una celebridad, lo más probable es que no se haya informado antes de estos antecedentes personales, por lo que pueden aportar material muy valioso.

Pero las “historias de origen” no siempre son el mejor enfoque para empezar una entrevista de perfil. Para empezar, no todo el mundo se siente cómodo hablando de experiencias personales. “A algunos amigos míos les han dicho: ‘Si me vas a hacer preguntas personales, no voy a hablar contigo’”, dice Henig. “A mí no me ha pasado, pero he tenido entrevistados que simplemente no tenían mucho interesante que contar sobre su juventud”. En esos casos, empezar la entrevista hablando de su investigación o de sus intereses o logros en los primeros años de su carrera puede facilitar el flujo de la conversación y ayudar a establecer una buena relación —lo que a la larga puede abrir las puertas a una introspección más personal—.

 

Profundizar

Sea cual sea tu punto de partida, hay algunas preguntas estándar que son esenciales en cualquier entrevista de perfil que abarque toda una carrera. ¿Cómo empezó? ¿Cómo realiza su trabajo? ¿Cómo es un día normal como científico? ¿Qué le inspiró a dedicarse a buscar [lo que sea que se pregunte] en su trabajo?

Pero hacer estas preguntas de memoria puede dar lugar a material con poca vida, advierte Yudhijit Bhattacharjee, colaborador de National Geographic que también escribe para The New Yorker y The New York Times Magazine. “Por lo general, los científicos responden a estas preguntas de la misma manera: saben que se las vas a hacer y probablemente ya han dicho cosas parecidas a otros periodistas”, explica. “Todo lo que te digan que suena a cliché probablemente sea una verdad a medias”.

Por cada respuesta que obtengas, haz cinco preguntas más, dice Banaszynski. “La primera respuesta será probablemente muy general. Mantente en el momento y ve desgranándola”.

Cuando él oye algo inesperado en esas respuestas, se sale del guion y profundiza. “Hay que leer entre líneas”, dice Bhattacharjee. “Cuando un científico dice algo así como: ‘Bueno, por aquel entonces este método no funcionaba’, no se puede pasar por alto. Algo ahí puede ser revelador si investigas”. Indagar un poco más (¿qué quiere decir con que no funcionaba? ¿Por qué funcionó después?) puede llevar la conversación a un lugar más profundo —por ejemplo, al tema de la perseverancia o de un contexto cultural cambiante que afectó a la forma de hacer ciencia— e incluso abrir un debate sobre el carácter personal del sujeto y cómo se relaciona con su ciencia. “Tienen que ver que buscas algo que no es superficial”, dice.

La estrategia de Bhattacharjee encaja con una de las reglas favoritas de Banaszynski para las entrevistas: por cada respuesta que obtengas, haz cinco preguntas más. “La primera respuesta será probablemente muy general”, dice. “Mantente en el momento y ve desgranándola”. Cada respuesta se puede sondear para ir un paso más allá, dice, si el periodista está atento a esos pedacitos prometedores y dispuesto a detenerse en ellos.

La clave del éxito de esta estrategia, añade Banaszynski, es dejar tiempo suficiente para que surjan esos pedacitos prometedores. Si la persona a la que estás haciendo el perfil no responde enseguida a una pregunta, no te precipites con la siguiente. Oblígate a permanecer en silencio para dejarle espacio para responder, aunque te resulte incómodo; haz garabatos en tu cuaderno si es necesario.

 

Pregunta por los puntos de inflexión, los fracasos y los detalles extraños

Un perfil no es solo un currículum en forma de párrafos. Lo que se busca en un perfil de legado son los puntos de inflexión personalmente significativos en la carrera del sujeto. “¿Cuáles fueron los momentos que lo llevaron a esta vida y qué tenían de especial?”, dice Banaszynski.

Como reportera y editora de periódicos, dice, para ella esos momentos pueden incluir la primera vez que vio su nombre firmando una nota en un periódico, por ejemplo, o la primera vez que consiguió una gran primicia; pregunta por “la versión científica de eso”. Algunos entrevistados necesitarán más masaje que otros para entender lo que buscas, así que si no obtienes una respuesta satisfactoria, haz una pregunta ligeramente diferente que pueda ayudarles a responder de una forma más interesante. Una variante podría ser: ¿Qué no figura en su currículum que cree que debería estar, en términos de importancia para usted?

Otro lugar donde suelen esconderse los puntos de inflexión es en los fracasos, o “momentos de atasco”, como los llama Banaszynski. Podría decirse: ¿Qué momentos de su carrera fueron especialmente difíciles o desalentadores? Hábleme de algún momento en el que no parecía que su proyecto fuera a funcionar. ¿Cuándo ha sentido ganas de renunciar?

Mientras buscas estos temas generales, no ignores los detalles, dice Bhattacharjee. “A veces hago estas estúpidas preguntas de detalle, solo para ver si pueden conducir a algo interesante”, dice. Por ejemplo: ¿Recibió la llamada cuando estaba en la oficina o en otro sitio? “A veces dirán: ‘Ah, sí, la verdad es que es una historia curiosa…’”. ¿Y quién sabe adónde te llevará esa historia?

No olvides mirar a tu alrededor en busca de detalles que puedan animar una entrevista. Hace unos años, para un perfil publicado en el HHMI Bulletin, Henig preguntó al investigador al que estaba entrevistando por una planta en su oficina que llevaba unos anteojos de sol, y se enteró de que la planta era un regalo de un colega que pensaba que sus hojas se parecían a la mata de pelo de otro colega. Henig se había esforzado por llevar la entrevista a un terreno evocador, y ese detalle ofreció una instantánea divertida y reveladora de la dinámica del laboratorio. “[El investigador] me miraba con recelo, como diciendo: ‘¿Por qué me haces tantas preguntas sobre eso? ¡Te estoy hablando de mi brillante ciencia!’”.

De hecho, dice Banaszynski, los sujetos de los perfiles a menudo no entienden qué material necesitan los periodistas. Hacerles partícipes del proceso puede ayudarles a sentirse más cómodos y en buenas manos. Puede ser útil explicarles, antes o durante la entrevista, que algunas de las preguntas pueden parecer extrañas o demasiado específicas, pero que el objetivo es que te ayuden a hacerte una idea para que puedas ayudar a los lectores a imaginarse realmente lo que vivió el sujeto.

Henig cuenta que tuvo que volver a un sujeto de un perfil porque su editor le dijo que no había mostrado al científico con suficiente viveza. “De hecho, le dije a la protagonista, lo que le incomodó un poco, pero se convirtió en un problema que teníamos que intentar resolver juntas”, cuenta Henig. Le explicó a la científica que tendría que hacerle más preguntas para captar su respuesta a un momento crucial de su vida. Con el tiempo, surgieron detalles clave.

Independientemente de cómo decidas estructurar la entrevista o qué decidas preguntar, debes participar activamente. Otra de las reglas de Banaszynski para las entrevistas: “No seas aburrido”. Ríete cuando sea gracioso; muestra tu sorpresa. “Cualquier cosa que puedas hacer para demostrar que estás escuchando”, dice. Para ir más allá de las respuestas ensayadas del entrevistado —la historia predigerida de nuestras vidas que todos tenemos preparada—, debes despertar su interés implicándote en lo que te cuenta, no limitándote a transcribirlo al pie de la letra.

 

¿Una entrevista aburrida? No temas y sacude las cosas

Si una entrevista con un sujeto para un perfil va bien y estás obteniendo el material que necesitas, no hay razón para interferir en el flujo. Pero si una entrevista parece ir mal y sabes que no estás consiguiendo lo que necesitas, puede que tengas que sacudir las cosas.

No hay una única forma de hacerlo. Bhattacharjee dice que, para él, retar al entrevistado de alguna manera —incluso hasta el punto de parecer agresivo— puede cambiar la marea. O bien, enmarca un poco de oposición como una broma: “¿Cómo pudo obtener estos resultados en un año? ¿Tenía a un montón de estudiantes de posgrado haciendo los cálculos mientras estaba en Cancún?”.

Suena provocador, dice, pero la idea es transmitir que tienes una razón para preguntar lo que preguntas. Los científicos a veces no tienen una buena impresión de los periodistas, señala. “No creen que estás trayendo mucho a la mesa —es solo que no tienen tiempo para escribir su propia historia—”. Depende de los periodistas, dice Bhattacharjee, demostrar que queremos “profundizar en su humanidad. Una vez que la persona lo entiende, una vez que se da cuenta de que realmente quieres eso, entonces algo cambia”, afirma. “Cambian de marcha y dicen: ‘Vale, pensaba que esto sería solo una operación publicitaria, pero en realidad quieres comprenderme [y] entender el proceso de la ciencia’”.

Una forma menos conflictiva de cambiar el tono de una entrevista deslucida es pedir al entrevistado que responda a lo que los críticos han dicho —o podrían decir— sobre su trabajo, dice Henig. También puede ser útil cambiar de tema —quizá lanzando una o dos preguntas más impersonales o menos intensas—. Es posible que te encuentres un terreno más fértil, y la pausa también puede permitir que los temas anteriores percolen, dejándolos madurar para volver a tratarlos más tarde.

Si la entrevista no resulta muy fructífera, recuerda que puedes completarla con entrevistas a fuentes secundarias: colegas, mentores, estudiantes o familiares del científico. Sé directo al pedirles lo que necesitas, dice Banaszynski. “Incluso puedes decir: ‘Él no quiso entrar en detalles personales, así que necesito ayuda aquí’”.

Pero las fuentes secundarias a veces necesitan aún más orientación sobre el tipo de información que busca un periodista, y pedirles material de calidad puede ser todo un arte. Banaszynski advierte de que, si te limitas a llamar a la hora acordada y preguntar, ‘¿puede hablarme de fulano de tal?’, puede que no obtengas mucho. Uno o dos días antes de quedar para hablar, haz que la memoria de la fuente burbujee enviándole por correo electrónico algunos ejemplos del tipo de preguntas que podrías hacerle.

 

Sentido del lugar… y del tiempo

Un factor determinante de cómo va a trascurrir la entrevista es el lugar donde se va a llevar a cabo. “Si hay alguna forma de hacer la entrevista en persona, haz eso —marca una gran diferencia—”, dice Henig. “Haces las preguntas de otra manera. El ritmo es distinto”.

Después de hacer la entrevista formal sentados cara a cara, intenta que el sujeto se mueva, quizás haciendo un recorrido por su laboratorio u otro lugar significativo para él. “Si es posible, un buen lugar para hacer hablar a la gente es en su auto”, dice Banaszynski.

Si tu única opción es el teléfono, haz preguntas de ambientación y sensoriales, dice Banaszynski. ¿Qué aspecto tiene su laboratorio? ¿Huelen los productos químicos? ¿Qué es lo primero que ve cuando sale de su tienda de campar por la mañana? Pide también ver artefactos, o fotos de ellos: la diminuta rejilla de oro que sujeta las muestras en la microscopía electrónica, la placa de Petri mohosa, la herramienta hecha por él mismo y utilizada para realizar la cirugía.

Por último, si es posible, intenta reunirte una segunda vez. “Una de las ventajas es que, para entonces, puede que ya tenga una idea de cómo será el artículo —si será algo más personal o más intelectual—”, dice Henig. Volver por una segunda charla le permite concretar los detalles que necesita. Además de darle al reportero una segunda oportunidad de recabar más información, dice Banaszynski, la pausa da al investigador la oportunidad de reflexionar sobre la primera conversación —y, mientras tanto, puede que se le ocurran cosas que desearía haber dicho la primera vez—. También es probable que el entrevistado baje un poco la guardia en una segunda conversación.

Si no es posible concertar una segunda reunión (o incluso una conversación telefónica), puedes crear un poco del mismo efecto hacia el final de la primera entrevista, utilizando un truco que Banaszynski llama la técnica Columbo. Empieza a relajar la entrevista, incluso puedes dar las gracias y despedirte. Luego, respiras y dices: “Sé que ya tiene que irse, pero déjeme mirar mis notas …. Ah, sí, ¿recuerda cuando dijo X? ¿Puede contarme algo más sobre eso?”.

Bhattacharjee también subraya la importancia del tiempo —“no la duración de una entrevista, sino las interacciones durante un cierto periodo de tiempo, realmente añaden dimensión”, afirma. Si dispones de varios días para reunirte en persona con el entrevistado, crea oportunidades para que se crucen tus caminos y los de él. Por ejemplo, si has previsto reunirte unas horas cada mañana durante tres días, busca un motivo para pasar un momento por la tarde, quizá para devolver algo que te han prestado. “Es casi como una ecuación de exposición científica”, dice. “Con cada exposición estás aumentando tus posibilidades de conseguir mejor material”.

 

Alla Katsnelson Cortesía de Alla Katsnelson

Alla Katsnelson es escritora y editora científica radicada en el oeste de Massachusetts. Ha escrito para Knowable, Quanta, BBC Focus, Nature, Spectrum y otras publicaciones, y colabora como editora en The Scientist. Quizá algún día tuitee como @lalakat.

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