Christian Elliott y Muriel Alarcón se adaptan mientras cubren un hito de los corales patagónicos

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Christian Elliott and Muriel Alarcón stand next to each other on a stony riverbank.
Christian Elliott y Muriel Alarcón durante su viaje de reporteo en la Patagonia chilena. Ignacia Acevedo-Romo

Una tarde de julio en 2024, un equipo de científicos miró con asombro cómo corales de agua fría —criaturas gelatinosas, puntiagudas y de movimientos lentos— dejaron caer óvulos y esperma en el agua de una pecera de vidrio. En una pesquería prestada, convertida en laboratorio, los investigadores —parte de una colaboración científica internacional— los habían estado vigilando diariamente desde la mañana hasta la noche para intentar capturar este momento. Su misión era lograr una de las primeras reproducciones de Desmophyllum dianthus en un laboratorio, con la esperanza de que esto fuera un paso adelante hacia restaurar arrecifes coralinos silvestres. Los periodistas freelance Christian Elliott y Muriel Alarcón habían viajado a la Patagonia para reportear este hito.

Pero en el momento del desove, Elliott y Alarcón estaban en un ferry navegando de vuelta desde el fiordo Comau, el hábitat en la Patagonia chilena donde esos mismos corales nacieron, a unos 90 kilómetros del laboratorio. Sin una ruta directa por tierra, el viaje llevó 16 horas. Cuando finalmente desembarcaron, se enteraron de que el preciso evento que habían venido a presenciar había sucedido mientras no estaban.

Como sus contrapartes de aguas cálidas, los corales de agua fría enfrentan amenazas por la contaminación y las prácticas pesqueras destructivas, pero sus hábitats en las profundidades del océano hacen que sea más difícil acceder a ellos y estudiarlos. El fiordo Comau es uno de los pocos lugares donde estos corales de agua fría crecen lo suficientemente cerca de la superficie para que los científicos puedan examinarlos de cerca. Para llegar a este sitio remoto, Elliott y Alarcón habían tenido que tomar tres ferries y un bote operado por Boris Hernández, un pescador y guía local y una de las pocas personas que sabe exactamente dónde se encuentran los corales.

Elliott y Alarcón sabían que dejar el laboratorio para visitar el fiordo arriesgaba perderse el momento exacto que esperaban presenciar. Pero en retrospectiva, ninguno se arrepiente de su decisión. En las historias que escribieron, ambos periodistas incluyeron escenas que suceden en el fiordo y con Hernández. El artículo de Elliott, publicado en noviembre de 2024 en Hakai, The Secret Sex Lives of Deep, Dark Corals (Las vidas sexuales secretas de los corales oscuros y profundos), empieza con una escena en el fiordo, una decisión que describió en su boletín electrónico sobre el oficio del periodismo científico. La historia, entre las últimas en ser publicadas por Hakai antes de su cierre, es un reportaje donde expone cómo entender la reproducción de los corales de agua fría podría conducir a su preservación. El artículo de Alarcón, publicado en agosto de 2024 en el periódico español El País, “La vida secreta de los corales de aguas frías de la Patagonia”, se centra en las tensiones locales, la amenaza que la salmonicultura representa para estas especies, y cómo el descubrimiento de los corales llevó a la creación de un área protegida. También destaca cómo la sabiduría de los habitantes de la región, como Hernández, sirve como una barrera protectora adicional para el fiordo y sus corales.

Aquí, Elliott y Alarcón hablaron con Lucila Pinto sobre cómo definieron sus respectivos ángulos en el marco de su colaboración, lo que cada uno aprendió de la manera de entrevistar del otro, cómo el conocimiento local enriquece las historias sobre ciencia, y qué hacer cuando los planes se desvían de su curso original. (Esta entrevista ha sido editada por motivos de extensión y claridad.)

 

A researcher in a dimly-lit lab looks at a cold-water coral through a phone camera.
Investigadores estudian de cerca los corales de aguas frías en un laboratorio de la isla de Chiloé, Chile. Christian Elliott

¿Cómo fue que empezaron a trabajar juntos en esta historia?

Alarcón: Christian y yo nos conocimos en Dubai [en la 28va. Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28)]. Ambos éramos becarios del Centro Pulitzer y estábamos invitados para hablar sobre artículos que habíamos escrito. Nos dimos cuenta de que teníamos intereses en común, y después recibí esta invitación maravillosa [de él].

Elliott: La idea de la historia también vino de la COP28, donde asistí a una sesión sobre corales de agua fría. No había escuchado sobre ellos antes. Uno lee sobre el blanqueamiento de los corales tropicales y lo condenados que están. Tenía esta pregunta sobre si los corales de aguas profundas, que están más extendidos y tienen más especies, van a ser los corales que sobrevivan a un clima cambiante. Cuando volví a casa, me comuniqué con una organización llamada Coral Research & Development Accelerator Platform (Plataforma aceleradora de investigación y desarrollo de corales). Ellos me pusieron en contacto con un equipo en Suecia. Intercambié emails con la científica Rhian Waller. Ella tenía un viaje de trabajo a Chile planeado y me invitó a ir. Parecía que si yo quería escribir sobre corales de aguas profundas y verlos de verdad, este era el lugar donde iba a pasar. Solicité un financiamiento del Centro Pulitzer para viajar y llamé a Muriel para que reporteara conmigo.

Alarcón: Cuando Christian me escribió, [mi primer pensamiento fue:] ¿Cómo es esto posible en mi país, en Patagonia? Nuestras aguas son probablemente [algunas] de las más frías en [las Américas]. Me asombró que la biodiversidad dependa de este coral, y el hecho de que existía este grupo —tanto internacional como de científicos locales— [cuya] historia no había sido retratada.

Elliott: Yo no hablo español. No soy de Chile. Tenía que pensar si había una razón para que yo fuera, y llegué a: se trata de un equipo internacional de científicos, y yo cubro ciencia. Pero no hubiera sido posible sin esta colaboración para entender el contexto local. Muriel hizo de traductora para mí durante algunas entrevistas. Apliqué al financiamiento por mi cuenta, pero Muriel fue parte del plan desde casi el principio. Le pagué con la beca que recibí por su apoyo en el trabajo de campo, traducción, y demás. También aparece listada como colaboradora —con su firma— en el sitio del Centro Pulitzer del proyecto.

¿Cómo definieron los ángulos para sus respectivos artículos?

Elliott: Yo ya tenía la asignación de Hakai. Les gustaba hacer historias sobre un científico en el campo tratando de entender algo. Entonces yo ya sabía que ese era el ángulo.

Alarcón: Sabía que quería escribir sobre el trabajo de los científicos y los esfuerzos de conservación. También sabía que los efectos de la salmonicultura debían estar presentes— es un tema muy relevante para esa zona—. Así es como se lo propuse a mi editora en América Futura [una sección de El País que se enfoca en América Latina]. Antes de viajar, le conté a mi editora que iba a acompañar a Christian en su proyecto en el sur, y que, por supuesto, me gustaría aprovechar ese viaje para reportear un tema en la línea de los que ya había publicado con ellos, [como una historia sobre humedales amenazados en la Patagonia chilena y otra sobre contaminación causada por los desechos de la industria de la moda rápida en el desierto de Atacama en Chile].

A smiling Boris Hernández stands at the helm of his boat wearing a navy blue coat and a squash-colored winter hat.
Boris Hernández en su barco en el fiordo de Comau. Muriel Alarcón

¿Cómo trabajaron juntos durante las entrevistas para obtener la mayor cantidad de información posible de sus fuentes?

Elliott: Muriel tenía grandes preguntas para Boris Hernández. Tomaste la iniciativa en algunas de las conversaciones con él. Tenías buenas ideas sobre qué preguntar en términos de los cambios que él había visto en el fiordo durante su vida.

Alarcón: Christian es un periodista maravilloso, pero también podría ser un científico maravilloso. Se adentra en el tema con una gran obsesión. Yo siempre estoy buscando la perspectiva humana en mis historias. Cuando estábamos entrevistando a Rhian, Christian empezó a hacer preguntas [especializadas] sobre las vidas de los corales y su reproducción. Después empecé a preguntarle sobre su vida, su carrera, y por qué había empezado a estudiar algo conectado con el océano profundo. Pienso que esa combinación resultó en historias con capas múltiples.

¿Cómo influenció a sus artículos conocer a Boris Hernández e interactuar con él?

Alarcón: [Teníamos] la idea de visitar el fiordo desde el comienzo, pero cuando estábamos en el laboratorio, nos dimos cuenta de lo difícil que era llegar hasta allí. Una científica del laboratorio, Ignacia [Acevedo-Romo], nos aconsejó contactar a Boris.

Nos pareció muy interesante porque era un residente que había vivido su vida entera en el fiordo. En el pasado fue un pescador local; hoy vive más bien del turismo. Ha trabajado durante años colaborando en expediciones científicas, aportando conocimiento local a investigaciones de primer nivel. No es solo un testigo, sino un actor clave en los descubrimientos. Entiende el lenguaje científico, participa activamente, y ha sido parte del proceso de entender y proteger el fiordo. Nos dijo que mucha gente lo contacta porque quieren saber dónde están los corales, pero él les pregunta por sus motivaciones antes de aceptar llevarlos.

Personajes como él muestran que el conocimiento no es exclusivo de la academia, y que lo local puede ser esencial para comprender procesos globales como el cambio climático. Desde nuestra primera conversación, supe que él era una ventana al pasado y al presente de ese lugar.

Elliott: Si no hubiéramos podido ver el fiordo, de donde estos corales vienen, y [entender] por qué la conservación es importante y qué piensa la gente que vive allí sobre los corales, la historia no hubiera sido tan interesante. Supe desde el comienzo que quería empezar con [una] escena de [Waller] recibiendo un mensaje de texto que decía “los bebés están en camino”, y [corriendo] al laboratorio. Pero mi editora [Krista Langlois, ahora en bioGraphic] tomó la buena decisión de que primero necesitamos establecer las expectativas y la escena. No queríamos apurarnos al laboratorio sin saber de dónde vienen los corales y por qué deberían importarnos.

A person stands at the end of a dock next to a boat. I the background there are snow-capped mountains.
Barco de pesca de Boris Hernández en el fiordo Comau, Chile. Christian Elliott

¿Qué sintieron cuando se enteraron de que se habían perdido el desove?

Elliott: Yo estaba preocupado mientras escribía porque eso era lo que le había prometido a mi editora: la razón para viajar era ver el desove en persona cuando ocurriera. Y no lo tuve. Pero ella fue muy tranquilizadora desde el comienzo. Me dijo que estaba bien, que había videos y otros materiales.

¿Cuál es su consejo para cuando no es posible mantenerse fiel al plan de reporteo original?

Elliott: [Para] cosas que no puedes atestiguar en persona, puedes hacer entrevistas con la gente que estuvo ahí y hacer que te expliquen exactamente cómo sucedió, qué estaban viendo y sintiendo.

[Los científicos] incluso grabaron un desove para nosotros. Yo les pedí que instalaran un teléfono y grabaran el audio del momento desove como un mensaje de voz. Ellos planeaban grabar videos y sacar fotos de todas formas. Tienen trucos como presionar [una] cámara contra el vidrio o ponerlas dentro de las peceras para evitar el reflejo. Pero no hubieran grabado un audio de otra manera, y yo quería escuchar sus reacciones al desove para recrear la escena. Pienso que funcionó, y que puedes sentir el entusiasmo en esa parte de la historia, incluso si nos lo perdimos. Entonces, creo que la lección es: estar ahí todo lo que puedas, estar preparado, pero si te pierdes algo, no es el fin del mundo.

Alarcón: Cuando las cosas suceden, hay una historia maravillosa para contar. Cuando las cosas no suceden, también hay una historia maravillosa para contar. Lo maravilloso es ver cómo sucede la ciencia. Para estos científicos, no había ninguna certeza sobre cuándo iban a pasar las cosas. Ver cómo los científicos tenían que esperar —verlos preocuparse por la posibilidad de que las cosas no funcionaran— me dio mucho material como periodista. Me confirmó mucho de lo que ya pensaba sobre la ciencia: es inexacta, incierta, e inesperada.

 

Lucila Pinto Cortesía de Lucila Pinto

Lucila Pinto es periodista freelance de ciencia y tecnología. Su trabajo ha aparecido en Science, Rest of World, y La Nación, entre otros. Es becaria del Pulitzer Center y graduada del máster en periodismo científico de la Universidad de Columbia. Actualmente, es becaria de The Open Notebook, con apoyo del Burroughs Wellcome Fund. Puedes seguirla en X como @luchipaint y en LinkedIn.

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