Search

Cómo encontrar y publicar historias sobre brotes de enfermedades globales para una audiencia internacional

  Read in English

A man crossing a narrow log bridge in a forest.
El epidemiólogo liberiano Emmanuel Dweh al comienzo de una misión de rastreo de contactos para encontrar a una mujer que huyó a una aldea remota. Kai Kupferschmidt/Science

 

Cuando la COVID-19 pegó, Mariana Lenharo, periodista freelance de ciencia y salud, se encontró a sí misma encerrada en su Brasil natal. A pesar de que la pandemia había afectado a todos en el país, la mente de Lenharo se desvió hacia los niños que nacieron durante la epidemia de la fiebre del Zika de 2016 y se preguntó cómo les estaba yendo —que necesitaban cuidados y terapias intensas— durante la pandemia. Para su sorpresa, Lenharo encontró que muchas de las familias que habían participado en estudios sobre la fiebre del Zika ahora se sentían abandonados por esos científicos, a quienes acusaban de haberse enredado con la COVID-19 y de no haber compartido los resultados de sus estudios. Sintiéndose olvidadas, algunas de estas familias dijeron que se sentían renuentes a participar en investigaciones sobre la enfermedad más adelante.

El descubrimiento de Lenharo la impulsó a escribir una historia para Undark en 2021, en la cual exploró preguntas difíciles sobre lo que la comunidad de investigadores le debe a los pacientes, no solo durante una emergencia de salud, sino también después de que termina: un dilema ético que se asoma por todas partes en una era de brotes globales de enfermedades.

La fiebre del Zika, la COVID-19, el ébola y la viruela del mono comenzaron como problemas locales antes de convertirse en problemas internacionales, dañando y matando a personas a través de las fronteras. Pero puede ser difícil encontrar y vender historias sobre esas enfermedades a medios estadounidenses o internacionales cuya audiencia principal no ha entrado en contacto con ellas —todavía—. “El ecosistema de nuestros medios, debido a que está concentrado en ciertas partes del mundo, solo empieza a prestar realmente atención a algunos temas cuando ya están afectando a las personas en esas partes del mundo. Y no creo que eso necesariamente sea una cobertura inteligente”, dice Brooke Borel, editora de artículos en Undark que editó la historia de Lenharo.

Algunos de los desafíos de vender y publicar historias sobre brotes de enfermedades globales están fuera del control de reporteros individuales. Sin embargo, si estás dispuesto a trabajar para desarrollar las fuentes adecuadas y pensar creativamente sobre los ángulos desde los cuales reporteas tus historias, teniendo en cuenta los matices y sensibilidades que conlleva reportear sobre enfermedades globales, puedes encontrar historias que serán informativas, estimulantes y atractivas para los lectores, sin importar donde vivan y aún si nunca se han visto directamente afectados por esos problemas. Amy Maxmen, exreportera de Nature (ahora becaria Edward R. Murrow Press en el Consejo de Relaciones Exteriores) que se especializa en cubrir la salud global y las ciencias de la vida, dice: “los periodistas realmente deberían preocuparse mucho por las personas de todos lados, tanto por la bioseguridad, pero también porque es lo ético”.

 

Para encontrar historias, ve a la fuente

Dada la multitud de brotes de enfermedades infecciosas que se desarrollan al mismo tiempo, profundizar en ideas de historias y decidir cuáles cubrir puede ser abrumador. Puedes empezar tu búsqueda en revistas científicas como The New England Journal of Medicine y BMJ Global Health, que rutinariamente publican sobre asuntos globales de salud de todo tipo. También vale la pena leer revistas que cubren un conjunto específico de enfermedades, como el Malaria Journal o PLOS Neglected Tropical Diseases. Por ejemplo, Maxmen obtuvo la idea para su historia de 2018, publicada en Nature, sobre un aumento en la malaria resistente a medicamentos en el sudeste asiático cuando un creciente número artículos de investigación apuntaban a la propagación de la resistencia a medicamentos en esa región.

Las organizaciones no gubernamentales, como los laboratorios de ideas o think tanks, y los grupos de ayuda también publican documentos técnicos y reportes sobre los problemas en el campo y estos están repletos de historias potenciales. Uno de esos think tanks, Policy Cures Research, publica un reporte anual que analiza la inversión global en investigación y desarrollo para combatir las enfermedades infecciosas emergentes.

Aparte de los reportes de políticas, existen numerosas redes mundiales de vigilancia de enfermedades compuestas por investigadores, funcionarios de salud y otros expertos que realizan un seguimiento de las enfermedades infecciosas emergentes en tiempo real. El Program for Monitoring Emerging Diseases [Programa para el Monitoreo de Enfermedades Emergentes] (ProMED), operado por la International Society for Infectious Diseases, es una de estas redes. Este programa tiene un sistema de distribución por correo electrónico que recopila discusiones sobre brotes que están sucediendo alrededor del mundo y los reporteros pueden suscribirse para recibir actualizaciones sobre ciertas enfermedades o lugares. El 30 de diciembre de 2019, una publicación de ProMED sobre una neumonía inexplicable que afectaba a China llamó la atención de la reportera de enfermedades infecciosas de STAT, Helen Branswell, quien después tuiteó sobre como la situación le daba “flashbacks del SARS”. Días después, fue la primera periodista estadounidense en escribir un informe detallado sobre un nuevo brote potencial de coronavirus.

Por encima de todo, es importante mantener un oído en el suelo y comunicarse con fuentes locales tanto como sea posible, incluyendo a los organizadores comunitarios, médicos, enfermeros y otros profesionales de la salud que trabajan en la región.

Aunque muchas historias sobre la salud global tienden a centrarse en los detalles de una enfermedad, desde cómo está afectando a las poblaciones, hasta la respuesta de salud pública que inspira, otras historias cubren las instituciones que conforman el universo de la salud global: agencias gubernamentales, compañías, organizaciones no gubernamentales y las filantropías. Los periodistas pueden exigirles que rindan cuentas por sus compromisos y explicarle al público cómo se están implementando sus políticas. Un recurso para esta línea de reporteo es Devex, una publicación de noticias en línea que sirve a investigadores, trabajadores y profesionales de la salud en el espacio de salud global y desarrollo internacional. Funciona ejecutando una base de datos de anuncios de financiación, lo que la convierte en un buen lugar para hacer un seguimiento de las tendencias en la financiación de una enfermedad o un donador en particular. “Obviamente hay muchas historias que puedes cubrir desde el lugar,” dice Armuta Byantal, editora sénior de Devex, radicada en Nueva Delhi, que se enfoca en la cobertura de salud global, pero “lo que falta, en realidad, es esta capa intermedia de cómo se hacen las cosas”. Por ejemplo, la exreportera sénior de Devex, Lisa Cornish, usó la base de datos, junto con otras fuentes, para rastrear la financiación global de COVID-19 durante los primeros seis meses de 2022, identificando de dónde venían los fondos, a quién se estaba destinando el dinero y en qué se estaba concentrando la financiación.

Por encima de todo, es importante mantener un oído en el suelo y comunicarse con fuentes locales tanto como sea posible, incluyendo a los organizadores comunitarios, médicos, enfermeros y otros profesionales de la salud que trabajan en la región. Cuando reportea de forma remota, Maxmen primero examina PubMed en busca de artículos científicos realizados por científicos locales, quienes podrían tanto platicar con ella, como ayudarla a conectarse con otros colegas locales del campo o con grupos de pacientes.

Ponerse en contacto directamente con organizaciones de salud u organizaciones no gubernamentales en el área también es una buena manera de encontrar fuentes. “Tienes a estas personas alrededor del mundo que básicamente están haciendo el trabajo de salud pública allí, que viven en ese contexto, que respiran ese contexto y que pueden hablarte sobre ese contexto si estás dispuesto a escuchar y si les das la oportunidad de hablar”, dice Kai Kupferschmidt, corresponsal de Science que se especializa en la cobertura de enfermedades infecciosas y vive en Berlín.

Cuando Kupferschmidt empezó a cubrir el brote de ébola de 2014 en África Occidental, se preguntaba si ese brote era más severo que los brotes anteriores porque el virus había mutado o se había vuelto más virulento de alguna manera. Pero a medida que comenzó a hablar con expertos locales mientras reporteaba desde Liberia, uno de los países más afectados, se hizo evidente que el conflicto social y político era lo que estaba permitiendo que el virus floreciera. “Dos guerras civiles, falta de confianza en el gobierno, fronteras muy porosas, cambios recientes en la conectividad del lugar, todas esas cosas juntas, más la urbanización, el cambio climático y la destrucción del medio ambiente crearon una oportunidad para que este virus se propagara de una forma que no lo había hecho antes”, dice Kupferschmidt.

Esta experiencia fue un recordatorio aleccionador sobre la importancia de entender “cómo interactúa un patógeno con la cultura humana” mientras se cubre un brote, dice Kupferschmidt y subraya la necesidad de una investigación profunda sobre las costumbres sociales, la política y la historia de un lugar. De manera similar, Maxmen dice que antes de un gran viaje de reporteo, busca artículos nuevos sobre la situación política del país y lee varios reportajes —y no necesariamente sobre la enfermedad sobre la que está reportando— que se han escrito en los últimos 30 a 40 años. Los libros sobre antropología o historia política son otro recurso que ella usa para entender el contexto político y social de un lugar antes de reportear ahí.

 

 

Si bien una buena parte de la investigación se puede llevar a cabo por teléfono o correo electrónico, las historias que emergen de reportear en persona a menudo son contraintuitivas, tienen más matices y son más fascinantes de lo esperado. Maxmen, quien ha reporteado desde varios países distintos de África y Asia, enfatiza la importancia de hablar con personas en el lugar, además de expertos que no son locales. Al reportear su historia sobre la inequidad en la vacunación contra la COVID-19, dice Maxmen, muchos expertos del occidente con los que habló atribuían la baja aceptación de la vacuna en los países de ingresos bajos a la desinformación. Pero mientras reporteaba en Malawi, en el sudeste de África, y hablaba con los locales y enfermeros de esas comunidades, se enteró de que, para empezar, no había muchas vacunas y que los residentes, especialmente de zonas rurales, a menudo no sabían siquiera en dónde vacunarse aunque las vacunas estuvieran disponibles, y en ocasiones tenían que caminar más de una hora para llegar a las clínicas.

“La falta de abastecimiento, distribución y atención médica fue el bloqueo clave”, dijo Maxmen en un correo electrónico, y no la desinformación. Tales disparidades entre lo que está sucediendo en el lugar y lo que los expertos en el occidente creen que está pasando, han surgido “una y otra vez” durante el reporteo de Maxmen, dice.

 

Para vender historias, encuentra el ángulo más grande

Para convencer a los editores de la importancia de las historias sobre enfermedades globales, especialmente aquellas que se dan en lugares geográficamente lejanos, piensa de forma creativa en cómo enmarcar tus historias. Puede parecer sencillo reportear que un brote está sucediendo y explicar porqué está sucediendo, pero el simple hecho de que algo esté sucediendo no necesariamente libra los estándares de un medio de comunicación para asignar y publicar historias.

Otra forma de dar vida a problemas más grandes y complejos es destacar a los individuos que están en el centro de una historia, ya sean pacientes o investigadores.

En cambio, podrías preguntar: ¿Qué lecciones tiene un brote, o la respuesta de un país a un brote, para enseñarle al resto del mundo? “Podría ser algo que salió completamente mal; podría ser algo que salió realmente bien; podría ser algún sistema de salud que realmente respondió a algo”, dice Borel. En 2019, la periodista de salud Apoorva Mandavilli escribió para Undark sobre un brote de sarampión en una pequeña clínica en Massachusetts, relatando los esfuerzos cuidadosos y de alto riesgo del personal para rastrear y contactar a cientos de personas e inmunizar a cualquiera que no estuviera vacunado contra la enfermedad. Si bien la historia trataba sobre un pequeño brote, Mandavilli (que ahora es reportera en The New York Times) la usó para iluminar problemas de salud pública más amplios, desde la importancia de entrenar a enfermeras y voluntarios, hasta tener registros actualizados de vacunación de todos los miembros del personal para que pudieran ser parte del equipo de respuesta.

Otra forma de dar vida a problemas más grandes y complejos es destacar a los individuos que están en el centro de una historia, ya sean pacientes o investigadores. “Nos estamos asegurando de que seres humanos reales estén incluídos en un artículo, cómo se ven afectados, cómo se motivan los investigadores y porqué están tan comprometidos con atender esta enfermedad en particular”, dice Brian Simpson, editor en jefe de Global Health NOW, una iniciativa de la Escuela de Salud Pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins.

Para poner un ejemplo, Simpson señala una historia sobre cómo la pandemia de COVID-19 afectó a pacientes con lepra en India, en la que Kamala Thiagarajan, periodista freelance radicada en Madurai, India, realizó un perfil de una mujer de 67 años cuyo cuidado después de la lepra se vio frustrado por las cuarentenas inducidas por la pandemia. Usando su historia, Thiagarajan explicó el impacto de la pandemia en la detección rutinaria de lepra y en la producción del calzado especializado que necesitan los sobrevivientes de la enfermedad, entre varias otras interrupciones causadas por la pandemia COVID-19.

 

Al contar historias, evita perpetuar estereotipos y estigmatizar a las personas

Reportear sobre la salud global, en particular sobre los brotes de enfermedades infecciosas, puede levantar distintos dilemas éticos espinosos. Al igual que con todas las historias en las que los periodistas reportean sobre lugares extraños para ellos, cubrir brotes de enfermedades globales de manera responsable requiere anticipar desafíos éticos y logísticos, tener en mente las dinámicas de poder de las comunidades en las que reportean y colaborar con periodistas locales y fixers. (Shi En Kim profundiza sobre cómo manejar estos problemas con gran detalle en su guía sobre cómo reportear historias internacionales de forma ética). Es crítico que los reporteros sean cuidadosos con sus propios prejuicios y suposiciones, y que eviten estigmatizar o convertir en chivos expiatorios a las personas que han contraído una enfermedad, especialmente cuando la enfermedad se está propagando dentro de una región geográfica o en comunidades que han sido históricamente ignoradas por los medios de comunicación masiva.

Debes elegir cuidadosamente tus palabras, tanto al entrevistar a las personas, como al describirlas en las historias.

Eso incluye evitar ilustrar historias con imágenes que involuntariamente refuercen estereotipos raciales. “Debido a que la mayoría de los casos de viruela del mono previos al brote [actual] ocurrieron en África central y occidental, muchas de las imágenes disponibles inicialmentes eran de personas de color”, señala NLGJA: The Association of LGBTQ Journalists. En cambio, el grupo aconseja que “como esto no refleja la realidad de este brote, que está afectando a personas de todas las razas, las imágenes del brote actual deberían incluir fotografías de personas de una variedad de orígenes y grupos raciales/étnicos”. Un fenómeno similar ocurrió en los primeros días de la cobertura de la COVID-19. Como ha observado la Asian American Journalists Association, los medios de comunicación en ocasiones publicaban fotos de personas que usaban cubrebocas en países del este de Asia, sin dejar claro que los cubrebocas se usaban ampliamente en estas regiones desde años antes de que pegara el coronavirus.

También debes elegir cuidadosamente tus palabras, tanto al entrevistar a las personas, como al describirlas en las historias. En el caso de la pandemia por coronavirus, la Organización Mundial de la Salud recomienda usar un lenguaje neutral en lugar de uno que asigne culpa a las personas por transmitir la enfermedad (“personas que podrían tener COVID-19” en lugar de “sospechosos de COVID-19”). Incluso la elección de palabras aparentemente menores pueden marcar la diferencia, señala Kupferschmidt. Considera, por ejemplo, la caracterización de la viruela del mono como “siendo propagada entre hombres homosexuales” en lugar de “siendo propagada por hombres homosexuales”: la primera opción hace al virus el villano, mientras que la segunda culpa a las personas infectadas.

En su guía para cubrir la viruela del mono, NLGJA: The Association of LGBTQ Journalists aconseja a los periodistas que consideren a su audiencia al tomar una decisión sobre la terminología que usarán. Decir que el virus “se está propagando actualmente entre hombres que tienen sexo con hombres” es preciso y enfatiza que es el comportamiento lo que genera el riesgo, no una orientación sexual, y puede ser un lenguaje apropiado para usarse en historias centradas en los aspectos clínicos del brote. Sin embargo, señala la organización, para las historias que se centran en los efectos del virus en las comunidades LGBTQ, puede ser más apropiado usar otros términos para describir a personas que tienen mayor riesgo. Algunos posibles descriptores incluyen: “hombres que tienen sexo con hombres y sus redes sexuales” y “hombres que tienen sexo con hombres; un grupo que incluye a personas que se identifican como homosexuales, bisexuales, transgénero y no binarias”.

Además, aunque ciertas comunidades pueden tener un mayor riesgo de contraer una infección determinada, es importante aclarar que esas comunidades no son las únicas que están en riesgo. “El principio más importante a tener en mente es siempre ser directo y factual en términos de transmitir la información y realmente apoyarse en los hechos… [y al mismo tiempo] también recordarle a las personas que el virus no discrimina y que todos son potencialmente susceptibles”, dice Wafaa El-Sadr, profesora en epidemiología y medicina en la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia.

Una manera de asegurarte de que estás reporteando de manera justa es buscar fuentes que tengan conocimiento del tema en forma de experiencias de vida, además de los expertos “oficiales”, como científicos y médicos clínicos. En caso de duda, un medio puede utilizar lectores de sensibilidad para proporcionar retroalimentación sobre el lenguaje y señalar sesgos inconscientes.

En última instancia, al reportear sobre la salud mundial, “siempre terminas con la pregunta de por qué vivimos en un mundo donde hay tantas desigualdades y cómo las enfrentamos”, dice Kupferschmidt. En un mundo interconectado, estas preguntas son de interés para todos y es el trabajo de los periodistas mostrarle a los demás porqué debería importarles. Como lo pone Borel: “todos estamos en un planeta y todos estamos compartiendo los mismos recursos y el mismo aire”.

 

Pratik Pawar Courtesy of Pratik Pawar

Pratik Pawar es un periodista de ciencia independiente que escribe sobre salud global, ecología y política de ciencia. Es becario de TON, becado por el Burroughs Wellcome Fund, y vive en Bangalore, India. Su trabajo ha aparecido en Discover, Science News, The Wire y Undark, entre otros medios. Síguelo en Twitter: @pratikmpawar.

Skip to content