Search

Escogiendo personajes principales poco convencionales

  Read in English

An illustration of a person shining a white spotlight against a blue background.
Akindo/iStock

 

Si una historia es un portal a un mundo nuevo, entonces es a través de los ojos de los personajes que la audiencia contempla ese universo desconocido. Los personajes pueden impulsar el drama y dar forma a la trayectoria de una narrativa, brindando a los lectores una sensación de compañía a medida que se desarrolla la trama. Tienen el poder de hacernos enamorarnos perdidamente, como el vivaz personaje principal en los clásicos de Ana de las Tejas Verdes, o poner a la audiencia en su contra, como Meredith Blake, la futura madrastra cazafortunas en Juego de Gemelas.

En el periodismo de ciencia, los escritores a menudo centran sus historias en los investigadores que hacen un descubrimiento, o en las comunidades directamente afectadas por un nuevo hallazgo o fenómeno, para mostrar la relevancia de la ciencia en el mundo real. Pero considerar usar personajes centrales alternativos puede proporcionar una forma refrescante de contar tu historia. Los personajes principales inusuales le dan un nuevo giro a la cobertura existente al enviar a los lectores por caminos sorprendentes, llevar una historia a nuevas profundidades y llamar la atención hacia las voces olvidadas. Una herramienta poderosa en el kit del escritor científico, el personaje poco convencional puede hacer que una historia sea inolvidable.

Elegir qué personaje debe servir como embajador de tu reportaje puede parecer desalentador. Pero también puede sentirse como uno de esos viejos libros de la serie Elige tu propia aventura, donde el camino que tomas da forma a la trama, invitándote a flexionar tu creatividad y tus habilidades narrativas. Aquí te compartimos algunos caminos que puedes considerar tomar, obteniendo inspiración de historias protagonizadas por personajes poco convencionales.

 

El compinche

En algunas historias, los periodistas pueden elegir traer un personaje secundario al centro del escenario. Este personaje puede renovar las tramas demasiado familiares del camino del héroe o el dilema de un líder, porque las tramas de los personajes secundarios no siempre son tan predecibles. Los personajes auxiliares, como un compinche desordenado, también pueden hacer que los lectores se sientan más identificados.

Cuando una historia tiene numerosos giros y vueltas, además de una gran cantidad de contexto, un personaje que sirve como guía puede mantener a los lectores en el camino y ayudarlos a sumergirse completamente en la historia.

El periodista independiente McKenzie Funk optó por emplear una narrativa del compinche en el clímax de su artículo de 2014 para la revista New York Times, The Wreck of the Kulluk [La destrucción del Kulluk], sobre el intento fallido de rescatar una plataforma petrolera de Shell antes de que se estrellara en una isla de Alaska. Funk reconstruye el incidente desde la perspectiva de un ingeniero llamado Craig Matthews, que estaba en uno de los remolcadores a los que se les pidió ayuda.

Entre olas de nueve metros, Matthews logró enganchar el cable de remolque de emergencia de la plataforma y engancharlo al bote de su equipo. Pero el mar se puso peor y lo obligó a cortar la conexión, liberando la plataforma que se estrelló contra una costa sin nombre. La angustiosa experiencia de Matthews en la cubierta de un barco que cabecea salvajemente agrega detalles vívidos y cambios fascinantes al ritmo de la historia, avivándola exactamente en los lugares correctos.

El papel auxiliar de Matthew es una ventaja, dice Funk, porque no tenía una relación directa. No era el capitán al mando, ni un empleado de Shell responsable de los daños. Su papel como solo uno de los engranajes en la operación de rescate masivo lo convierte en un narrador más confiable, dice Funk, un “narrador en el que puedes confiar”.

 

El guía

Cuando una historia tiene numerosos giros y vueltas, además de una gran cantidad de contexto, un personaje que sirve como guía puede mantener a los lectores en el camino y ayudarlos a sumergirse completamente en la historia. Esta persona podría tener un el punto de vista más claro sobre los eventos que se desarrollan y su significado. A veces, una guía puede incluso ser el escritor que cuenta la historia a través de su propio viaje.

En “The Final Five Percent [El cinco por ciento final]”, para Longreads, el periodista independiente Tim Requarth usa su experiencia personal para guiar al lector a través de una examinación de la ética legal que rodea las teorías sobre la base biológica de las tendencias criminales. Después de que el hermano de Requarth sufre un daño cerebral permanente en un accidente de motocicleta, se transforma en un cruel extraño que termina agrediendo a un vecino. Un Requarth joven estudia neurociencia como estudiante de posgrado para tratar de comprender cómo la condición de su hermano lo inclina hacia actos imprudentes y violentos, y hasta qué punto la lesión cerebral de su hermano podría ser responsable de su comportamiento. Sin embargo, eventualmente se desilusiona cuando se da cuenta de los límites de la ciencia y cómo puede ser utilizada como arma para discriminar a las personas neurológicamente divergentes.

La presencia de Requarth a lo largo del artículo le permite volver sobre sus propios pasos junto a sus lectores, en lugar de sermonearlos. Un buen guía, explica, sirve como “la persona que, cuando estás en un viaje confuso a través de una densa selva, tiene un mapa para ti”.

 

Figuras ocultas

Detrás de la mayoría de los avances científicos suele haber un ejército de científicos, pero la jerarquía dentro de la ciencia institucional a menudo significa que el investigador principal se lleva todo el crédito. Como tal, la percepción pública a menudo es que la ciencia es una empresa solitaria. Presentar las voces de los miembros más jóvenes de un equipo, como estudiantes investigadores, técnicos de laboratorio y colaboradores pasados por alto o históricamente marginados, puede ayudar a los periodistas a corregir este desequilibrio y encontrar ángulos únicos de la historia.

Para enriquecer sus reportajes, un periodista de ciencia puede optar por centrar en su historia a un investigador con una perspectiva contraria.

En una historia de 2016 para Nature, la reportera de ciencia Heidi Ledford destaca a los estudiantes de posgrado y becarios posdoctorales que hicieron valiosas contribuciones tempranas en la carrera para desarrollar la tecnología de edición de genes CRISPR. Su artículo, “The Unsung Heroes of CRISPR [Los héroes anónimos de CRISPR]”, revela cómo los investigadores que están al principio de su carrera a menudo son omitidos y resalta las desigualdades ocultas, así como las dinámicas de poder y sesgos dentro de la academia. Ledford escribe que algunos de los primeros autores de los artículos científicos sobre CRISPR obtuvieron su crédito solo cuando sus asesores intervinieron o insistieron en compartir el centro de atención.

Los investigadores jóvenes son expertos por derecho propio y, por lo general, están más familiarizados con las minucias de la ciencia, dice Ledford, y pueden tener anécdotas interesantes sobre sus experimentos o trabajo de campo. La dependencia excesiva en los peces gordos de la investigación también puede restringir la diversidad de tu grupo de fuentes. “Vas a terminar con muchos hombres blancos de mediana edad en tu historia”, dice ella. “A menudo encontrarás más diversidad más abajo en los rangos, en este momento en el tiempo —esperemos que no en el futuro—”.

 

El que lleva la contraria

La ciencia rara vez progresa sin complicaciones y de forma linear. La misma evidencia puede conducir a diferentes interpretaciones, e incluso las teorías más aceptadas pueden generar oposición. Para enriquecer sus reportajes, un periodista de ciencia puede optar por centrar en su historia a un investigador con una perspectiva contraria. Mientras estos personajes estén trabajando de buena fe, su investigación puede generar argumentos válidos que desafíen el dogma existente. El debate que inspira su investigación, por acalorado que sea, aumenta el rigor de la ciencia y hace avanzar el conocimiento. Presentar a estos acérrimos antagonistas humaniza aún más la investigación científica e inyecta a las historias con una dosis de drama.

En “The Nastiest Feud in Science [La pelea más desagradable en la ciencia]”, para The Atlantic, la periodista independiente Bianca Bosker describe a los investigadores que cuestionan la sabiduría, ahora convencional, de que el impacto de un asteroide hace 66 millones de años causó la extinción de los dinosaurios. Una de los disidentes más ruidosos, la geóloga de la Universidad de Princeton, Gerta Keller, cree que un período prolongado de actividad volcánica intensa fue lo que provocó la desaparición de los dinosaurios. Al ir contra la corriente, Keller se ha convertido en un imán para la hostilidad de los que apoyan la visión convencional.

El artículo de Bosker trata menos sobre la verdad de la desaparición de los dinosaurios y más sobre la comunidad científica que está en guerra por definir qué constituye la verdad. Al hacer una crónica de la colorida trayectoria profesional de Keller y sus disputas con otros científicos, Bosker ofrece a los lectores un vistazo tras bambalinas del proceso de la ciencia y hasta qué punto los debates pueden complicarse. En el campo de Keller, las peleas se convirtieron en “acusaciones de calumnias, sabotaje, amenazas, discriminación, datos falsos e intentos de arruinar carreras”, escribe Bosker. Esta visión desde el interior disipa la suposición de que los científicos son modelos de objetividad que observan los datos desapasionadamente. En cambio, pueden ser seres humanos defectuosos cuya pasión por su trabajo puede llevarlos a extremos.

Dicho esto, los periodistas deben pensar detenidamente por qué podrían presentar a un antagonista en particular y brindar a los lectores el contexto adecuado sobre un debate científico. No hacerlo podría promover inadvertidamente voces que venden pseudociencia o conducir a un equilibrio falso —dándole el mismo peso a la información científica y a las afirmaciones no comprobadas—. “Es importante que los periodistas entiendan a lo que se enfrentan”, dice Bosker, y evalúen la validez del enfoque del investigador. “Es una cuestión de ser responsable”.

 

El animal

Los personajes principales no tienen que ser personas. Y si la otra opción es un pasivo humano observador, ¿quién no optaría por presentar a un animal carismático que viaja a lo largo y ancho, se enfrenta a otros clanes, seduce a sus compañeros y derroca dinastías? Convertir a un animal en el personaje central puede agregar detalles vívidos y cierta conmoción a la narrativa, cuando los lectores descubren la riqueza de la vida oculta del animal. Sin embargo, al elegir este camino los escritores deben tener cuidado de mantener la precisión periodística y evitar antropomorfizar a sus personajes no humanos.

Algunas historias pueden prestarse para hacer que una parte del cuerpo sea el personaje principal, animando temas que de otro modo podrían empantanarse con biología compleja o terminología médica.

Una elegante loba llamada O-Six es la protagonista del relato del autor Nate Blakeslee sobre la reintroducción de la especie en el Parque Nacional de Yellowstone en su libro American Wolf: A True Story of Survival and Obsession in the West. Usando los detallados informes de observación de lobos de aficionados apasionados y un fiel guardabosques, Blakeslee reconstruye la dramática vida de O-Six, una de las lobas que floreció generaciones después de que los primeros lobos fueran reintroducidos a la naturaleza en 1995. El resultado se lee como una versión lupina de Game of Thrones, que relata las emocionantes aventuras de O-Six hasta su eventual fallecimiento en 2012, cuando un cazador local le disparó. La amplia información disponible en los reportes le dio a Blakeslee los medios para imbuir a O-Six y su manada con profundidad y dimensión reales, sin caer en la trampa de asignar, especulativamente, motivos o emociones específicas a sus acciones.

Especialmente si una especie está en peligro de extinción, enfocar la lente directamente en el animal hace que su situación sea más tangible, agregando peso emocional a las estadísticas sobre las vidas y muertes de estos seres. “No son solo números. Tienen historias propias”, dice Blakeslee. “Si la vida de cualquier loba es esta increíble historia, entonces, ¿qué se pierde cada vez que un cazador, un trampero o un ranchero que protege a su ganado matan a un lobo?”

 

La parte del cuerpo

Algunas historias pueden prestarse para hacer que una parte del cuerpo sea el personaje principal, animando temas que de otro modo podrían empantanarse con biología compleja o terminología médica. A través del tono y el lenguaje, un escritor puede darle a un objeto anatómico un sentido de agencia que impulsa la historia hacia adelante.

Emily Willingham hace exactamente eso en su ensayo para Aeon, “The Penis: A life [El pene: una vida]”, transformando lo que podría ser una cobertura directa de la historia evolutiva de este miembro alegre en una biografía vibrante. Los lectores siguen el trayecto del pene, desde sus primeras formas, a través de su diversificación, hasta la sorprendente variedad que existe entre las criaturas de hoy en día.

Al igual que con cualquier personaje, “tiene que haber algún incidente incitador que los ponga en marcha en su recorrido”, dice Willingham. Para el pene, argumenta, este momento llega cuando aparece por primera vez en la escena evolutiva para renovar drásticamente el proceso de unir al esperma y el óvulo. “¡Pum!, aquí está este personaje cuyo trabajo es superar este problema. Luego repasas la historia de cómo sucedió eso”, dice.

A lo largo de la pieza, Willingham emplea descripciones emotivas y visuales para darle al pene un papel activo en su propia evolución y función. El acto de copular, por ejemplo, se convierte en un “apretón de manos genital” y los penes adquieren mentes propias al desarrollar “contornos que los mueven alrededor, a través, por encima, o debajo de cualquier obstáculo o competencia que puedan encontrar” durante un frenesí de apareamiento. El enfoque en general fomenta una sensación de asombro y curiosidad sobre un apéndice con el que una gran parte de la población se encuentra todos los días.

La personificación animada de Willingham de un tema tabú también agrega una cualidad irónica que hace que sea imposible leer el artículo sin sonreír. Al mismo tiempo, transmite ingeniosamente el lado oscuro del pene —como un adorable protagonista que se vuelve malvado— cuando describe cómo el tamaño y la forma del pene de un humano se convirtieron en un símbolo tóxico de la masculinidad.

 

El objeto inanimado

Incluso los objetos cotidianos pueden ser personajes principales que le proporcionen un punto de vista diferente a una historia. Si un objeto en particular, como un diario o un rosario, aparece repetidamente durante tu reporteo, es una señal de que podría ser lo suficientemente importante como para ser el centro de una historia. Los narradores pueden usar objetos de manera inteligente para abordar temas complejos o delicados de una manera accesible, o para agregar una pizca encantadora de ligereza.

Otra forma de hacer que un concepto abstracto o técnico resulte menos intimidante para el público es convertir la idea en sí en un personaje.

En el podcast Everything Is Alive [Todo está vivo], el creador y presentador Ian Chillag entrevista a objetos inanimados, interpretados por actores de improvisación. Discutiendo la nostalgia con una gorra de béisbol perdida y el insomnio con una almohada, Chillag crea algo más que entretenimiento bufonesco. Objetos como estos se convierten en metáforas, proporcionando una forma accesible de examinar temas como la soledad y la religiosidad. En el primer episodio, por ejemplo, Chillag discute el concepto de un alma y el más allá con una lata de bebida de cola a punto de caducar y esperando ser consumida. A través de la lata, Chillag profundiza en la inquietud natural de los humanos en torno a la muerte y las formas en que muchos de nosotros lidiamos con encontrar un propósito de la vida. “Usamos a los objetos como una forma de explorar a los seres humanos”, dice Chillag. “Nunca pienso en él como un programa sobre objetos”.

Un objeto puede convertirse en un personaje convincente, especialmente si su presencia marca una diferencia en la trama de una historia o si juega un papel importante en un evento, dice Chillag. “¿Las cosas suceden de manera distinta en el curso de las [vidas] de los seres humanos en la historia si este objeto no está allí o no están pensando en este objeto?”, pregunta.

 

La idea

Otra forma de hacer que un concepto abstracto o técnico resulte menos intimidante para el público es convertir la idea en sí en un personaje. En este caso, la diferencia entre un tema y un personaje puede ser sutil, pero si la historia o el desarrollo de una idea sigue un arco, un escritor puede construir un viaje narrativo similar al camino que podría seguir un personaje humano a lo largo de una historia. Mapear un concepto complejo en una trama también puede ayudar a dividirlo en partes más comprensibles que un escritor puede introducir a un ritmo manejable.

Para Aeon, la reportera de física Karmela Padavic-Callaghan se enfrenta a la construcción matemática terriblemente poco intuitiva del número imaginario —el resultado de sacar la raíz cuadrada de un número negativo—, al convertirlo en un personaje en “Imaginary Numbers Are Real [Los números imaginarios son reales]”. Usando una narrativa de redención, Padavic-Callaghan muestra cómo los números imaginarios comenzaron como una idea marginal y luego ganaron una amplia aceptación entre la comunidad científica. Ahora, son un concepto central en el campo de la mecánica cuántica.

Al poner a los números imaginarios como el personaje principal, en lugar de confiar en las citas y anécdotas de los científicos para llevar el artículo hacia adelante, permite a Padavic-Callaghan usar su autoridad como escritora para discutir el tema de frente. Incluso presenta personajes secundarios, como los números negativos e irracionales, eligiendo un grupo de primos numéricos para recalcar lo extraños que son los números imaginarios en comparación. Con opciones creativas como estas, Padavic-Callaghan hace que un tema que de otro modo podría parecer esotérico se lea como una historia atractiva y accesible. “Hay una manera de escribir la pieza de una manera más convencional”, dice, pero “creo que la gente recuerda más si puede aferrarse a un hilo”.

 

Shi En Kim Michael L. Wong

Shi En Kim es reportera de ciencias de la vida en Chemical & Engineering News y becaria de TON, patrocinada por el Burroughs Wellcome Fund. Su trabajo ha aparecido en Popular Science, National Geographic, Scientific American, Hakai Magazine, Science News y Smithsonian Magazine, donde fue una Mass Media Fellow de la AAAS en 2021. Recientemente obtuvo su doctorado en ingeniería molecular por la Universidad de Chicago. Síguela en Twitter en: @goes_by_kim.

Skip to content