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El arte de elaborar preguntas eficaces para una entrevista

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A pile of small, colorful pieces of paper, each with a big black question mark on it.
Professor25/iStock

 

Hablar con científicos solía poner nerviosa a Ling Xin. Actualmente una periodista que escribe sobre física y astronomía en el South China Morning Post, Xin dice que en algunas de sus primeras entrevistas se equivocaba al hacer “preguntas muy, muy aleatorias”. A veces se daba cuenta de que sus notas estaban llenas de información irrelevante que no podía utilizar. “A veces, después de la entrevista, te das cuenta de que no has sacado mucho de ella”, recuerda.

Esta experiencia me resulta demasiado familiar. Mi primer editor me dijo que pensara diez preguntas por adelantado —y, con el tiempo, esa estrategia se convirtió en generar entre veinte y treinta preguntas antes de cada entrevista—. Más tenía que ser mejor, ¿no?, pensé. Leía estudios relevantes y cobertura periodística previa y escribía todas las preguntas que se me ocurrían —algunas generales y otras obsesivamente específicas—. Pensar en preguntas era fácil porque había muchas cosas que no sabía, pero no estaba segura de cuáles serían las más adecuadas para mi historia, ni cómo formularlas de forma eficaz. Todo el proceso parecía un círculo vicioso: no sabes lo que una persona tiene que decir hasta que hablas con ella, así que ¿cómo sabes qué preguntar? Durante las entrevistas, a menudo tenía la sensación de estar buscando información a tientas en lugar de obtenerla sistemáticamente.

Eventualmente me di cuenta de que es posible prepararse metódicamente y obtener el mejor material posible de las entrevistas —incluidas algunas de esas citas que valen oro y que tanto anhelamos—. El momento en que se me prendió la bombilla fue cuando me di cuenta de que las preguntas se formulan en dos fases distintas: antes y durante la entrevista. Las preguntas preparadas deben ser amplias y no demasiado específicas. Cosas como: “¿Encontró algún obstáculo al realizar esta investigación?” y no “¿Cómo se llama la enzima que inicia la reacción?”. Elabora una pregunta para cada aspecto de la historia y mantenlas generales para que tu fuente no esté encasillada y pueda compartir lo que considere más importante. Para elaborar estas preguntas, no hace falta que sepas lo que va a decir tu fuente, solo los temas clave que quieres que aborde.

Una vez iniciada la entrevista, tu fuente te proporcionará información, contexto e incluso aspectos enteros de la historia que son nuevos para ti. Es entonces cuando empiezas a improvisar preguntas de seguimiento para centrarte en lo más interesante y relevante —para asegurarte de que lo has entendido, y para obtener citas y detalles que enriquezcan tu historia—.

 

Deja que la historia dé forma a tus preguntas

Casi todas las personas con las que he hablado van a la entrevista con solo un puñado de preguntas: una o dos esenciales y algunas otras en la lista de deseos. “Siempre hay prioridades: estas son las cosas que sé que tengo que preguntar, y estas son las cosas que me encantaría poder preguntar, quizá porque añadirían color a una historia”, dice Zahra Hirji, de Bloomberg News.

Algunos periodistas no siempre sienten la necesidad de poner por escrito estas preguntas. Simplemente deciden los temas principales que quieren tratar y dejan que las preguntas surjan orgánicamente del diálogo. Otros imprimen o anotan sus preguntas y las tienen a mano. Xin dice que su lista se convierte en un práctico guión cuando se encuentra con un científico reticente. Y si una fuente locuaz se sale por la tangente, formular una de las preguntas preparadas puede traer la conversación de regreso al camino deseado.

Si no conoces el tema que vas a tratar, lee sobre él para poder contextualizar las preguntas que prepares, lo que te ayudará a establecer una buena relación con el entrevistado. “Si entiendes un poco el tema… los científicos lo aprecian, y eso ayuda a establecer cierta conexión”, dice el autor y periodista científico freelanceAnil Ananthaswamy.

Pero más importante que aprender todo lo que puedas sobre el tema, céntrate en comprender tu propia historia. En cuanto Jeff Tollefson, corresponsal sénior de Nature, recibe una asignación, dice que le gusta “imaginar cuál va a ser la estructura de la historia”. Eso le ayuda a saber a qué tipo de fuentes dirigirse y qué preguntas hacer —incluso antes de decidir a qué personas entrevistará—.

Al igual que las propias historias, las entrevistas deben proceder de forma lógica —pasando de la exploración del tema en cuestión a las causas y el contexto, las repercusiones, las críticas o controversias y los pasos siguientes—.

Para los reportajes profundos, Tollefson dice que suelen aplicarse las mismas cinco preguntas básicas: ¿Cuál es la noticia? ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Qué está ocurriendo exactamente? ¿Por qué es importante? ¿Qué sigue? “Es como la arquitectura”, dice. “Son los cimientos. Luego se puede construir o ir hacia lo gótico o lo moderno o hacer lo que quieras con los materiales disponibles, en función del tiempo y los recursos”.

Los reporteros que están trabajando fuera de los formatos estándar de noticias o reportajes breves introducirán otro tipo de preguntas. Si tu reportaje ofrece consejos prácticos, puedes formular una pregunta en ese sentido, algo así como: “¿Existen consejos que la gente deba seguir para obtener los resultados más fiables de una prueba de ADN casera?”. Si necesitas recrear una escena vívida para atraer a los lectores a una narración, puedes pedir a un investigador que describa una experiencia que haya tenido sobre el terreno. Si estás cubriendo un estudio nuevo, preguntarás cosas como: “¿Podría resumirme los resultados en un lenguaje sencillo?” y “¿Cómo hicieron este estudio?”.

Al igual que las propias historias, las entrevistas deben proceder de forma lógica —pasando de la exploración del tema en cuestión a las causas y el contexto, las repercusiones, las críticas o controversias y los pasos siguientes—. Intenta organizar tus preguntas de acuerdo a este principio. Y que sean sencillas. Yo solía hacer preguntas demasiado complicadas, como esta que preparé hace años: “En su estudio, ¿qué tipo de comportamientos observó en los monos rhesus cuyas madres habían sido inyectadas con IgG de las madres de niños autistas y en qué se parecían a los comportamientos de los niños autistas?”. ¡Caramba! El investigador estaba comprensiblemente desconcertado. En retrospectiva, lo reformularía como: “El estudio de los monos rhesus me pareció intrigante. ¿Qué cree que sugiere sobre el origen de los comportamientos autistas?”.

Una de las preguntas favoritas de Hirji es simplemente: “¿Por qué todo el mundo está hablando de esto?”. “No quieres perder tanto tiempo intentando parecer inteligente sobre algo”, dice, “cuando en realidad solo hay que preguntarlo de la forma [más llana] y despojada”.

Cuando prepares las preguntas, no olvides incluir las que puedan suscitar citas convincentes. Tollefson suele tener una o dos preguntas que lanza repetidamente a varias fuentes “con la esperanza de que alguien meta el gol”, dice. Estas preguntas indagan en el significado, la emoción y la perspectiva, del tipo: “¿Por qué es importante?” “¿Cómo se siente sobre esto?” “¿Qué espera que ocurra a continuación?”

 

Elabora tu primera pregunta con cuidado

Presta especial atención a la primera pregunta que formules. Puede que tengas la tentación de empezar la entrevista despacio hasta llegar a las preguntas importantes. No lo hagas. Intenta elaborar una pregunta inicial que ayude a la fuente a entrar en la conversación, pero haz que cuente. Nunca sabes cuándo una entrevista puede interrumpirse inesperadamente, dice Hirji.

Para empezar la entrevista principal de un reportaje, Xin suele iniciar con una versión de la pregunta: “¿Por qué es importante esto?” o “¿Por qué decidió estudiar esto?”. Dice que estas sencillas preguntas a menudo transforman a la fuente en narrador. “A veces simplemente te presentan, como un paisaje completo, el panorama general”, dice.

Todo el mundo dice que una entrevista debe parecer una conversación, y es cierto. Pero se trata de una conversación guiada, y tu ángulo proporciona los barandales.

Otra forma de empezar es pedir a la fuente que explique el concepto central, aunque creas que ya conoces la respuesta —por ejemplo, “¿Qué es el edadismo interiorizado y cómo se desarrolla?”—. “A veces te sorprenden con detalles adicionales que nunca habrías sabido si no hubieras hecho una pregunta aparentemente obvia”, dice Ananthaswamy.

Incluso puedes empezar por no hacer una pregunta del todo, y más bien, llevar la fuente hacia una. Ananthaswamy, que escribe sobre temas apasionantes como la teoría cuántica y la computación hiperdimensional, a veces se limita a recordar a la fuente lo que ya ha compartido por correo electrónico sobre el tema de su artículo, para hacerla hablar. “Si ya has expuesto el contexto más amplio de la historia o la investigación, eso te da la oportunidad de decir: ‘Dígame, ¿dónde encaja usted en esto?’”

A la hora de reportear bajo la presión de la hora de cierre, Hirji adopta un enfoque mucho más directo. Ella empieza preguntando a sus fuentes: ¿Qué sabemos de la situación? De ahí pasa a: ¿Qué no sabemos y cómo intentamos averiguarlo? Por ejemplo, cuando Hirji se disponía a hablar con los funcionarios de la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE.UU. y los equipos de emergencia que estaban atendiendo el descarrilamiento de un tren tóxico en East Palestine, Ohio, “ estás obteniendo una valoración de: ‘¿Dónde estaban? ¿Cuándo llegaron? … ¿Qué tipo de pruebas estaban haciendo?”, dice Hijri. Luego, ella compartió lo que le habían dicho con expertos independientes para obtener su análisis y saber si pensaban que se necesitaban estrategias diferentes.

Si Hirji sabe que va a tener solo unos minutos con una persona en el poder, afina una o dos preguntas centrales, a menudo en consulta con sus editores. Se asegura de que sea neutra pero clara, difícil de eludir y que pueda aportar información valiosa.

 

Utiliza tu ángulo para mantener el rumbo

Todo el mundo dice que una entrevista debe parecer una conversación, y es cierto. Pero se trata de una conversación guiada, y tu ángulo proporciona los barandales. “Cuando no tienes una idea clara en la cabeza y estás entrevistando a alguien, haces preguntas que [no] se construyen unas sobre otras”, dice la periodista científica egipcia Rehab Abdalmohsen. “Es como cuando no tienes un objetivo al final, así que vas a la derecha y a la izquierda, y no caminas en línea recta”.

Una entrevista es un proceso de descubrimiento, y el mejor material será a veces cosas de las que no tenías ni idea antes de empezar la conversación.

Todas las preguntas eficaces giran en torno a tu ángulo, aunque al principio de tu reportaje ese ángulo aún esté en proceso de elaboración. “Si tienes una teoría, lánzala a la gente a ver qué piensan”, dice Tollefson. Pregunta a tus fuentes: “¿Es justo decir X?”, o “Me han dicho esto. ¿Está de acuerdo?”. Puede que descubras que tu teoría de trabajo es cierta y que tu ángulo se sostiene. O, por el contrario, las respuestas a estas preguntas podrían significar que necesitas cambiar el enfoque de la historia.

Para ser lo suficientemente flexible como para permitir que surja el ángulo más preciso, intenta hacer preguntas de la forma más neutral posible. Es una forma de disciplina mental buscar información de una forma que no anticipe lo que esperas oír. Por ejemplo, supongamos que estás trabajando en un reportaje sobre una terapia experimental que hace enfermar a la gente. Podrías tener la tentación de preguntar a los pacientes: “¿Los médicos le dijeron que el tratamiento podía ser peligroso” y “¿Cómo le enfermó?”. Pero una formulación menos tendenciosa sería: “¿Qué le dijeron los médicos sobre el tratamiento?” y “¿Puede contarme qué pasó después de recibirlo?”. Las preguntas neutras animan a las fuentes a hablar con más libertad porque ven que no tienes una historia predeterminada en mente. Puedes seguir con preguntas más directas cuando empiecen a compartir su experiencia.

Adoptar un enfoque diplomático es especialmente útil para los reportajes de investigación, cuando se puede hablar con fuentes reacias, dice Abdalmohsen. “Siempre me aseguro de no decirlo de forma muy confrontativa, como si fuera una acusación”. En su lugar, ella formula una pregunta de sondeo haciendo referencia a un reporte u otra prueba y luego pide a la fuente que responda.

 

Improvisa preguntas de seguimiento para profundizar

Por muy cuidadosamente que elabores tus preguntas, cuando empieces la conversación tendrás que estar preparado para que se te ocurran preguntas sobre la marcha. Una entrevista es un proceso de descubrimiento, y el mejor material será a veces cosas de las que no tenías ni idea antes de empezar la conversación. “A veces se obtienen las mejores citas o los mejores datos de una pregunta que no estaba preparada”, dice Hirji. Por eso recomienda “estar preparado en el momento para prestar atención de verdad y poder hacer preguntas de seguimiento, porque vas a aprender mucho durante esa entrevista”.

Cuando una fuente diga algo que te parezca muy relevante, haz preguntas de seguimiento para obtener información que te ayude a cristalizar la idea para tu audiencia. Las preguntas de seguimiento típicas son: “¿Se le ocurre algún ejemplo concreto?”. “¿Puede explicar un poco cómo funciona?” “¿Tiene alguna analogía que utilice para explicarlo?” o, simplemente, “Cuénteme más”. “Hay que ser lo bastante ágil para seguir a la persona a medida que va revelando cosas y empujarla en determinados direcciones”, dice Ananthaswamy.

Algunos de los mejores materiales suelen aparecer al final de la entrevista, después de haber establecido una buena relación con la fuente.

Las preguntas de seguimiento también pueden ser una oportunidad para aclarar puntos que no entiendas. Los reporteros suelen repetir el material a las fuentes con sus propias palabras, diciendo cosas como: “A ver si lo he entendido”. Puede que incluso te veas haciendo la misma pregunta de varias maneras para intentar obtener una respuesta clara, dice Hirji, sobre todo si la entrevista es confrontativa.

A medida que pidas ejemplos y aclaraciones, tus preguntas serán más concretas y específicas, en contraste con las preguntas generales que habías preparado. Pero asegúrate de no caer en baches innecesarios. Antes de formular una pregunta de seguimiento, pregúntate: ¿Estoy satisfaciendo mi propia curiosidad o esta pregunta es realmente útil para mi historia? Cuando una fuente empiece a ponerse muy técnica, no intentes entenderlo todo. Deja que parte de la jerga se te resbale.

Pregúntate también: ¿Tendré espacio para esta información? Si la historia está destinada a ser relativamente corta, estarás perdiendo el tiempo de todos con preguntas demasiado profundas o rebuscadas —no habrá espacio para toda esa información—. Por ejemplo, no querrás preguntar cosas como “¿Por qué utilizaron este método para extraer el ADN?” o “¿Por qué reclutaron pacientes en la Clínica Cleveland en lugar de en otro hospital?” a menos que sepas que tu historia va a entrar en este nivel de detalle sobre esos temas. “El truco está en condensar y averiguar qué es lo que realmente necesitas incluir en la historia, porque la mayor parte de lo que aprendas sencillamente no cabrá”, dice Tollefson.

Algunos de los mejores materiales suelen aparecer al final de la entrevista, después de haber establecido una buena relación con la fuente. Abdalmohsen me contó el caso de una científica con la que habló de su trabajo sobre un virus que afecta a los cultivos. Pero al final de la conversación, la científica compartió parte de su trayectoria personal y cómo el sexismo había afectado a su carrera. De hecho, algunos periodistas reservan intencionadamente su pregunta más delicada para el último momento, como un jugador de póquer con una mano sorpresa, deslizándola como una aparente ocurrencia tardía: “Oh, solo una cosa más…”.

Ejecutar con destreza técnicas tan sutiles como esta se consigue con el tiempo. Abdalmohsen recuerda cuando, siendo una principiante, asistía a conferencias y se maravillaba de que otros periodistas le hicieran preguntas perspicaces que, en su opinión, nunca se le habrían ocurrido a ella. “Quería llegar a ese punto en el que pudiera levantarme y hacer una pregunta realmente buena”, recuerda. En última instancia, la manera de convertirse en un buen entrevistador es sumergirse en la profesión y hacerlo, dice. “Tienes que experimentar muchas situaciones y hacer muchas entrevistas, y entonces te convertirás en un experto”. 

 

Emily Laber-Warren Cortesía de Emily Laber-Warren

Emily Laber-Warren dirige el programa de reporteo sobre salud y ciencia de la Escuela de Periodismo Craig Newmark de la Universidad de la Ciudad de Nueva York. Escribe sobre psicología, medio ambiente y asuntos sociales para The Washington Post, Undark, Newsweek, The New York Times y otras publicaciones. Es la cocreadora de la serie de clases magistrales de periodismo científico de The Open Notebook. Síguela en Twitter como @elaberwarren.

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